24 de març 2013

Estragos familiares
















La revista Registros, que dedica su próximo número al tema "Madres y Padres", me ha dirigido por intermedio de mi colega Débora Rabinovich dos preguntas sobre la actualidad de la función paterna y las nuevas configuraciones familiares. He aquí mis respuestas.


1. ¿Se puede zafar del estrago madre-hija? ¿Se puede pensar el estrago madre-hijo?

Lo que llamamos estrago parece un rasgo irreductible, inherente a la relación de cada hija con su madre. Desde la perspectiva freudiana, una hija siempre le reprocharía a su madre no haberla colmado lo suficiente, no haberle dado lo que la haría completa. Este reproche se puede rodear, se puede contrapesar, se puede incluso transformar en un nuevo objeto en una suerte de sublimación. Recordemos, por ejemplo, el caso tan ilustrativo de la pintora Ruth Kjär de Melanie Klein, releído por Jacques Lacan: una falta básica que la hija encuentra en la madre llegará a ser el objeto de una notable creación artística. Pero la clínica nos muestra con frecuencia que este estrago no puede evitarse ni rehuirse por completo. Desde la perspectiva lacaniana, podríamos decir que es el saldo necesario en el recorrido de la hija para encontrar la feminidad, más allá de la maternidad, siempre rechazada de algún modo en ese estrago de la relación con la propia madre.
Este rasgo no es, una vez más, algo simétrico para ambos sexos, no se encuentra igual en la relación del hijo con su madre. El rasgo que Freud aislará aquí es el de la degradación. Para el niño, el saldo de la relación con la madre, el saldo edípico que contamina su encuentro con otras mujeres, es la degradación del objeto de amor, más allá de la idealización narcisista donde el hijo colmaría esta falta. Tal vez pueda entenderse también la degradación del objeto de amor como una forma de estrago, pero hay que subrayar que del lado masculino no será atribuido tanto a la madre como a las mujeres en su conjunto.


2. ¿Cuáles son las figuras y las consecuencias de los cambios de la función paterna para los hijos de las nuevas configuraciones familiares?

La primera consecuencia es la difuminación de la propia figura paterna, ya sea la más clásica como la de las figuras que se han propuesto como sus sucedáneos, ya sea desde la religión como desde la acción social. Lo que solemos evocar con el Lacan de los años cuarenta como el declive de la imago paterna, da cuenta de que la figura del padre se encuentra cada vez más separada de su función. Es una función que, de hecho, se aviene a ser cumplida algunas veces por un significante cualquiera que sostenga un rasgo de identificación para el sujeto, como por ejemplo en las tribus urbanas actuales que funcionan con sus propios ritos de iniciación. También puede ser cumplida por un objeto a la manera del tótem, como en el caso restitutivo de la fobia, o también por los objetos de la adicción. Tal vez sea esta última forma, la de los objetos de las múltiples adicciones ofrecidas hoy al goce del sujeto, la que tenga mayor apogeo, en la misma medida en que es el objeto el que se ha visto marcado por su ascenso al cénit social. En efecto, son hoy ciertos objetos, generalmente sacados de una alteridad exrafamiliar, los que vienen al lugar de una función paterna transformada. Pensemos en los nuevos iconos difundidos por los videojuegos o el cine, con la nueva cohorte de avatares que proponen al sujeto formas de simbolizar, de organizar un goce. Y ello, con la producción inevitable de sus modos de errar correspondientes. Así, a las nuevas configuraciones, familiares y extrafamiliares, que se proponen adoptar al sujeto de nuestro tiempo, les corresponden también nuevos síntomas como retorno de ese goce imposible de organizar y de simbolizar en su conjunto. Del padre a lo peor —decía Jacques Lacan para señalar la necesidad del nuevo realismo del psicoanálisis, a contracorriente de las propuestas más optimistas de un padre que estuviera siempre de acuerdo con su función.

1 comentari:

Vicent Llémena i Jambet ha dit...

Jo fa alguns dies he fet un poema oda a José Antonio Primo de Rivera i a Federico García Lorca amb el tema d'Espanya, l'Espanya una i plural que defensaven sense la màquina ambdós, hui, la velocitat de la màquina, l'imperatiu patern o millor, l'engany a gran escala, l'amor com a "requiebro" "quite" o engany com es veu al mite del minotaure o de l'Odissea es produeix ràpidament i a gran escala mitjançant la tècnica, però arribarà un moment que l'èpsilon diví, l'errada divina arribe a ser tan infinitessimal que ja no podrem amb la seua o amb el seu manteniment i es produisca la fugida de la Matrix que ens ve i de totes maneres en la que estem tots. I serà la tornada a la matèria primordial, però jo si que pense que les noves tecnologies són una mena de nou cervell de l'home modern per a poder d'una manera pacífica estimar.

Una abraçada sempre atenta des de Russafa

Vicent Adsuara i Rollan