Miquel Bassols, Eugenio Trías, Myriam Chang e Ivan Ruiz, en la Bibliotca del Campo Freudiano de Barcelona el 13/07/2011 |
Eugenio Trías nunca creyó que las palabras “vehicularan” ideas. Las palabras son las ideas mismas, tal como él defendía en La Dispersión, una de sus más tempranas obras que me acompañó de modo también muy temprano. Y si las palabras son las ideas mismas, entonces hay que atreverse a llevarlas al límite y reconocer allí, en una “razón fronteriza“, que somos ese límite mismo. Una experiencia subjetiva de este orden pone en primer plano la relación del sujeto con el lenguaje, con la letra y con el goce pulsional rodeado por ella. De ahí que Eugenio Trías derivara de esta experiencia una posición ética que lo acercó de diversas maneras al psicoanálisis de orientación lacaniana, del que fue siempre amigo. Su obra está impregnada por este límite de la experiencia que es el psicoanálisis, así como lo fue también para él en su vida. Siempre evocaba su experiencia analítica con el mayor respeto e interés, tal como evocaba la enseñanza de Jacques Lacan.
Cuando tuvimos el honor y el
placer de encontrarnos con él en la Biblioteca del Campo Freudiano de
Barcelona, el 13 de Julio de 2011, para escucharlo y conversar
a propósito de sus dos impresionantes volúmenes de la serie “Argumentos
musicales“, muchos colegas de la Escuela no sabían que Eugenio Trías fue en
1977 uno de los socios fundadores de la entonces llamada Biblioteca
Freudiana de Barcelona, institución fundada por Oscar Masotta y que fue una
de las bases del movimiento lacaniano en nuestro país. Puedo recordar con
especial claridad las intervenciones que Eugenio Trías realizó en aquel marco y
que tenían la fuerza de un discurso que se arriesgaba siempre a rodear lo
no sabido para provocar en el auditorio un deseo de saber. Fue así de nuevo en el
encuentro que mantuvimos recientemente en la Biblioteca, en el
que nos acompañó por los caminos más preciosos de una de sus mayores pasiones,
la música. De hecho, invitando a Eugenio Trías a la Biblioteca, lo
estábamos invitando también a su propia casa y así creo que se lo hicimos
sentir.
Varias contingencias me han
hecho encontrar por distintos caminos con los textos y con la experiencia de
formación que Eugenio Trías ha hecho presente en este país. En el momento en
que acaba de atravesar el último velo de su encuentro con lo real de la muerte,
vayan sus propias palabras para devolvernos así algo de lo que cada uno de
nosotros es ante ese real: “un habitante del límite que tiene en éste el santo
y seña de su propia identidad”.
1 comentari:
Comprenderé que no publique mi comentario, la verdad es que no sé qué es lo que me incita a comentarle, quizá le molesto o quizá le agrado de tal forma que le molesto aún más, pero allá voy, le considero un compañero de la vida, y como tiene, ya hablando con la realidad del amo, un moderador de comentarios, pues, me atrevo a hablarle.
Yo escuchando el nocturno número cuatro de Chopin he recordado viejas experiencias, de muerte, de vida, de un eterno retorno masculino o una eternidad femenina que me hacen pensar precisamente eso, que somos, todos, consciente o inconscientemente habitantes del límite, el lenguaje no vehicula ideas, las ideas, nosotros, somos el mismo lenguaje.
Un abrazo, siempre
Vicent
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