Un reciente debate en Barcelona sobre el pase ha planteado un punto que me ha parecido interesante aportar al Collège de la passe en la Ecole de la Cause Freudienne*. Hablábamos allí del pase como un dispositivo bisagra, en primer lugar en el testimonio del pasaje del analizante al analista, también en la puerta de entrada de la Escuela en la época en la que el dispositivo cumplía esta función, en los batientes de la ventana interior de la Escuela donde se formula la pregunta sobre qué es un analista… Pero la experiencia y el dispositivo son también una bisagra entre el interior de la experiencia analítica y de la Escuela y el exterior que viene a ser con frecuencia su propia extimidad. De hecho, podemos leer en la “Proposición” de Lacan también una apuesta para transmitir qué es un analista, - “cómo se convierte uno en analista” -, al Otro del discurso social de la manera más clara y precisa posible. Y es así precisamente como la Escuela en tanto sujeto encuentra en la experiencia del pase su propia división, una división que debe ser renovada cada vez en esta función de bisagra entre su interior y su exterior, en la tarea de testimoniar y transmitir qué es una analista a principios del siglo XXI.
Las recientes Jornadas de la ECF de este mes de Noviembre han sido, en efecto, el mejor ejemplo que se podía dar de esta función de bisagra entre lo más interior y privado y lo más exterior y público de esta experiencia singular del convertirse en analista. La Escuela ha encontrado allí lo más vivo de su propia división como sujeto ante lo que hoy es la causa analítica. Y ello en la medida en que cada uno ha hecho un gran esfuerzo minimalista, en un ideal de relámpago y de simplicidad, para reducir este testimonio a lo más esencial a fin de ser convincente para el primero que venga, uno cualquiera de la multitud de participantes de esas Jornadas.
Se plantea entonces la cuestión de lo que esta experiencia puede enseñarnos – a los pasantes, a los pasadores, a los carteles del pase, al propio Collège de la passe – sobre la política que debemos seguir en esta función del pase-bisagra cuando apunta no sólo al supuesto interior de la comunidad analítica (¡siempre hay una comunidad supuesta!) sino sobre todo a este exterior que es hoy el verdadero partenaire éxtimo del psicoanálisis.
*Contribución enviada al Collège de la passe de la Ecole de la Cause Freudienne.
3 comentaris:
Lo que me ha quedado claro es que con el pase o el pase mismo y el psicoanalista ha de convivir con una exteridad y un interior de la escuela psicoanalítica, como toda la teoría freudiana el Otro ha de representar también una función y no sólo el simple papel policial de mantener toda la escuela a raya.
Un saludo y gracias por sus amables explicaciones y artículos.
Lo que me ha quedado claro es que con el pase o el pase mismo y el psicoanalista ha de convivir con una exteridad y un interior de la escuela psicoanalítica, como toda la teoría freudiana el Otro ha de representar también una función y no sólo el simple papel policial de mantener toda la escuela a raya.
Un saludo y gracias por sus amables explicaciones y artículos.
Es efecto, el dispositivo y la experiencia del pase es en la Escuela de Lacan una forma de incluir de manera decidida el Otro en su interior, de modo que la Escuela no se cierre o complete, no se convierta en un grupo de reconocimientos mutuos, inercia inevitable de toda comunidad de trabajo,
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