Me toca bajar la persiana de la Sección Clínica de Barcelona. No es de mi gusto, pero sé que es para que pueda abrirse otra persiana —otra, que sea distinta— dentro de un tiempo, un año, con un relevo y con otras perspectivas. La permutación es, como indicaba J.-A. Miller la semana pasada, una buena condición para nuestras instituciones y para su mejor funcionamiento. Y Lacan, en su famosa carta de disolución de la Ecole freudienne de Paris de enero de 1980, podía escribir: "No espero nada de las personas, y alguna cosa del funcionamiento”.
De momento, tenemos las consecuencias de una disolución que fue anunciada hace ahora un año para una refundación que deberá ser dentro de un año. El tiempo cronológico parece largo, pero tiene una duración subjetiva solo determinada por el tiempo lógico del colectivo tomado como un sujeto. Hay un sujeto transindividual, colectivo, que nos conduce y que sigue los tres tiempos indicados por Lacan.
1. Instante de ver. La disolución de la SCB fue una decisión del director del Instituto del Campo Freudiano, J.-A. Miller, que fue refrendada por el conjunto de docentes y responsables de actividades de la ex-SCB, por unanimidad, el 18 de julio del año pasado. Fue, como indicó el propio J.-A. Miller un “acto suicida” seguido de “un acto de fe”. Hubo y sigue habiendo una diversidad de afectos al respecto: perplejidad, malestar, alivio, inquietud… Lo importante, sin embargo, está más allá de los afectos.
2. Tiempo de comprender. La disolución-refundación es un acto, del que sólo sabremos los efectos “après coup”. Llevamos un año para hacer efectivo ese acto, pero no es seguro que sea todavía un acto efectivo que lleve a una verdadera re-fundación. Hace falta un tiempo para comprender que no deberíamos ahorrarnos, que supone un trabajo que está todavía por hacer.
3. Momento de concluir, para producir un nuevo instante ver. La disolución debe ser la causa de una refundación sobre nuevas bases, y la causa de una nueva transferencia de trabajo. Tenemos un año para producirlo, sólo eso nos llevará a un momento de concluir colectivo para refundar un movimiento instituyente de una enseñanza y una transmisión que esté a la altura del ICF. Es un trabajo necesario, pero no podemos saber ahora, todavía, si será posible ni suficiente para constituir estas nuevas bases. Veremos. Mañana la Comisión Campus expondrá los principios de las actividades para construir estas nuevas bases y podremos conversarlo.
Quiero recordar ahora el punto de inflexión que precipitó este acto de disolución. Lo encontramos en la carta de J.-A. Miller del 8 de julio de 2022: "Las informaciones que he reunido me han convencido de que el funcionamiento de la SCB ya no responde a las normas del ICF. En consecuencia, he decidido disolver la Sección."
Está todavía por dilucidar qué quiere decir la primera frase que conduce a la segunda. No es seguro que todos y cada uno entendamos lo mismo. Se trata del funcionamiento y no de las personas. Se trata de la orientación, no de la administración o de la gestión (como fue en otros momentos de dificultad de la SCB). Hay que dilucidar también cuáles son "las normas" del ICF a las que la SCB no ha respondido. ¿Es la investigación? ¿Es la enseñanza? En todo caso, es solo con este trabajo de dilucidación, que solo puede hacerse con y en el colectivo que era la SCB, que la Disolución podrá llevarnos a una Refundación en un nuevo lazo de trabajo. Es el trabajo que nos espera el próximo curso. Lo encaro con decisión, con la certeza de qué solo una discusión a cielo abierto y sin imposturas (más allá también del narcisismo de cada uno) podrá llevarnos a algún puerto, sea cual sea.
Recuerdo muy bien el mes de agosto de 1988 (pronto hará 35 años), cuando en plenas vacaciones estivales trabajábamos con J.-A. Miller en la construcción de la SCB, después de tres años de funcionamiento del Seminario del Campo Freudiano en Barcelona. Recuerdo estar traduciendo al castellano su "Prólogo de Guitrancourt" del 15 de agosto, con la idea clara de que era un texto fundante, no solo de la SCB sino de la extensión del ICF en otras ciudades del mundo. Fundante de un modo de enseñanza que era inédito, en cualquier universidad o instituto. Y recuerdo haberme detenido especialmente en este párrafo:
«No existe paradoja en plantear que las exigencias más estrictas [del trabajo que supone la SCB, tal vez sean eso "las normas"] son para aquellos que se ponen a prueba en una función de enseñanza en el Campo Freudiano sin precedentes en su género, ya que el saber, si bien obtiene su autoridad por su coherencia, sólo encuentra su verdad en el inconsciente, es decir, por un saber en el que no hay nadie para decir "yo sé". Lo que se traduce en lo siguiente: que sólo se dispensa una enseñanza a condición de sostenerla por una elaboración inédita, por modesta que sea.»
Subrayo esta idea: un saber puede ser muy coherente y no tener efectos de verdad para el sujeto. Y si además es un saber incoherente (a veces ocurre) pues entonces menos todavía. Creo que estamos lejos de medir las consecuencias que tiene este párrafo en la lógica colectiva del grupo analítico (donde todos somos, de hecho, participantes). Después de 35 años, tengo la impresión de que en la SCB no hemos estado a la altura de estas consecuencias y que conviene, en efecto, disolver y refundar este espacio del ICF. Es la única razón que me llevó a votar la disolución-refundación.
Hoy, pues, la SCB se disuelve. El ICF en Barcelona se convierte en un conjunto vacío, una tabula rasa para inscribir este trabajo de disolución-refundación. He acompañado su trabajo desde el inicio como coordinador y como asesor (a partir de los cuatro años en los que me hice cargo de la presidencia de la AMP).
Puedo decirles que acompañaré, como mejor sepa, el trabajo que nos queda por hacer en la Refundación deseada.
Solo me resta dar las gracias a todos aquellos con los que he colaborado en este trabajo desde el principio. Y dar paso a la conversación.
Miquel Bassols
14 de junio de 2023
(Intervención en la jornada de clausura del curso 2022-2023 de la SCB)