Por Myriam Soae
Entrevista publicada en La Libertad de Pluma
“Andá a ver a Bassols” fue la sugerencia de Germán García en ocasión a un viaje que realicé a España en el 2018. En ese momento Barcelona no era mi destino. Pero ese consejo, entendí luego, era un empuje a establecer lazos con colegas del campo freudiano en aquella tierra lejana, castellana, de la que obtuvimos siempre de la voz de Germán relatos románticos, epopéyicos, acerca de fundaciones, bibliotecas y debates intelectuales acerca de Oscar Masotta y el deseo férreo de dispersar el psicoanálisis donde hubiera un resquicio permeable. Esas acciones, impensables en ese tiempo de escucha atenta (la mía), destilaban intriga y admiración.
Aquel viaje me llevó al País Vasco, transformé entonces esa sugerencia en una visita a la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, sede de Bilbao, para llevar libros de colegas y revistas Descartes, como un modo de iniciar ese tramo empujada por el “andá” que resuena aún en mis oídos.
Septiembre del 2019 me encuentra nuevamente ante la posibilidad de un viaje a España, esta vez con unos días en la ciudad catalana. Pero ya fallecido Germán, ¿qué sentido darle a la visita postergada a Miquel Bassols? Un año antes, supuse, hubiera llevado algún libro, algunos comentarios, pero, ¿ahora? Entendí que seguía tratándose de los lazos, en esta ocasión precisa, con un analista que tuvo la oportunidad de ser parte de ese tiempo épico y de conocer a un Germán García que imaginaba más arrollador aún por su joven adultez de entonces. También se trataba de un amigo suyo, un plus que modificó la intención de ese encuentro que trasmutó en propiciar una conversación acerca de las marcas que ha dejado Germán no sólo en el psicoanálisis español (y en castellano), sino en su propio ser.
Es así como Miquel Bassols me recibió con gentileza y disposición una tarde de otoño en la ciudad de Barcelona. Myriam Soae.
- ¿Cómo conoció usted a Germán García?
Bueno, lo conocí en Barcelona en un viaje previo, antes de que él viniera a vivir aquí, en el que hubo actividades en lo que era la Biblioteca freudiana de Barcelona de ese momento. Él vino a hacer una intervención junto a Jorge Jinkis, me acuerdo de ese momento. En fin, yo estaba hacía pocos años en análisis y en formación con un grupo que se congregó alrededor de Oscar Masotta, el que fundó la Biblioteca freudiana de Barcelona pero hubo un par de viajes de Germán antes de venir a instalarse aquí. Y, cuando vino, fue quien relanzó el proyecto de Oscar Masotta de la Biblioteca freudiana de Barcelona. Dándole ya un proyecto de escuela, con el horizonte de hacer una escuela, cosa que en Masotta estaba presente, pero que nunca él formuló de una manera clara. Fue Germán quien realmente tomó eso a su cargo con un grupo de jóvenes que éramos en ese momento recién salidos algunos de la universidad, que iniciábamos una práctica más o menos como podíamos.
- ¿Y qué puede contarnos de ese momento particular?
Era un momento muy interesante de Barcelona, era el post franquismo y un momento donde pasaban muchísimas cosas y donde se permitían muchas cosas: entre ellas, que pudiera existir ese grupo absolutamente extraño, en realidad, a lo que era el medio universitario, oficial e institucional. Y Germán encontró realmente la manera de, bueno, de congregar a un grupo de gente para impulsar ese espacio… para reimpulsar la Biblioteca freudiana de Barcelona como biblioteca, fundamentalmente, y como lugar de actividad cultural, de vínculo con los discursos de la ciudad. Sin duda, aquí era para él mucho más difícil que en Buenos Aires porque conocía muy bien el tejido cultural y social de Buenos Aires, pero el de Barcelona para él era nuevo. Y, nosotros éramos muy jóvenes y nos movíamos en circuitos muy… incluso, yo diría un poco limitados en ese momento, mucho más que ahora sin duda alguna, sobre todo porque éramos jóvenes, porque salíamos de la universidad y en la universidad el psicoanálisis no había tenido ningún lugar. Como ahora, sigue sin tenerlo. Nada que ver con lo que ocurre en Buenos Aires. De modo que, fue en torno a Germán que nos agrupamos, bueno, un número de personas interesadas que ya habíamos tenido algún contacto con la Biblioteca. Unos más, otros menos…
- Con Masotta, digamos…
Con Masotta, por lo que fue… que tampoco fue tanto tiempo. Masotta estuvo desde el 75 hasta su muerte en el 79. Es decir, que habrá estado… cuatro años como máximo, tres años y medio o algo así. Y, luego Germán en sus cuatro años, como le decía antes, para mí son cuatro años que se ensanchan en el tiempo como toda una época. Casi más que una década, para mí fueron cuatro años de una gran intensidad de trabajo, de formación, de instalación en una práctica, de empezar a tener una relación con el psicoanálisis y Germán fue el que propició el vínculo de trabajo con el Campo Freudiano. Fue el que nos puso en contacto, directamente, con otros colegas de la Ecole de la Cause freudienne y con Jacques Alain Miller especialmente, los invitó a Barcelona él mismo, y fue el que realmente nos puso en contacto con los colegas de la Ecole. A mí, particularmente, fue directo, es decir, estábamos conversando una noche en Boccaccio, que era un lugar al lado de mi casa, donde él solía estar muchas noches con colegas, amigos, etcétera, conversando, tramando todo tipo de actividades y me dijo que llamara a Jacques Alain Miller para ver cómo seguíamos las cosas aquí, cómo armábamos un vínculo con los colegas de la Ecole. Y bueno, para mí, fue un momento decisivo, importantísimo. Estamos hablando del año 83. Y bien, fue también un punto de apoyo para el Campo Freudiano en Barcelona y para lo que después fue la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. Por supuesto, también participaron en ello los colegas de Madrid, los colegas del País Vasco, de Andalucía, de Valencia, de Aragón, etcétera, distintos lugares de España. Pero, para mí, el momento fundante de ese vínculo fue gracias a Germán y gracias al trabajo que hicimos en ese momento, que era un trabajo de lectura de textos, pero también un trabajo de, yo diría ahora, de transferencia recíproca, que es lo que realmente da una orientación a un espacio analítico, la transferencia recíproca. Y eso Germán lo causaba. Yo diría que era un sabio Más-Uno, un sabio agente provocador, especialmente de la gente joven, que tenía ganas de trabajar, de moverse. Y, esa función, fue para varios de nosotros fundamental. Cuando digo “varios”, digo un grupo, tampoco muy amplio, pero buena parte de ese grupo siguen ahora como miembros de la escuela, vinculados al Campo Freudiano y al psicoanálisis.
- Me interesa resaltar esto: el proyecto de Escuela…
Sí, sí, incluso en un momento nos llegamos a llamar “Escuela de psicoanálisis”, creo que era en el 81. Habría que ver bien los documentos ahora. Es decir, realmente había un deseo de Escuela, un deseo de ser Escuela. A la vez, inmediatamente, nos dimos cuenta –y en eso Germán siempre fue muy honesto- de que para ser una Escuela hacía falta bastante más. Estábamos haciendo lo que podíamos hacer. Y en ese momento, la verdad, lo planteó muy bien. Dijo “somos una asociación de psicoanálisis, nos llamamos Asociación de psicoanálisis con la idea decidida de hacer una Escuela”. Pero, en efecto, nos dábamos cuenta de que para eso necesitábamos un vínculo serio con los colegas del Campo Freudiano y de la Ecole. Fue a través de ahí, en efecto, como realmente pudimos constituir una verdadera escuela, en el sentido que para Lacan tiene esa experiencia. En todo caso, fue Germán el que aquí en Barcelona tomó como significante fundamental la idea de escuela y ahí fue que respondimos con nuestro trabajo para hacerla posible. En ese sentido, Germán fue siempre muy honesto. Es decir, él tenía la experiencia de la escuela en Argentina, sabía muy bien qué era hacer una escuela como parodia, sus dificultades. Era un tema continuo y no quería hacer una escuela paródica, sino una escuela de verdad. Ahí, él creó las condiciones para un grupo de gente, para que ese proyecto fuera realizable. Eso pasó, es cierto, con los vínculos transferenciales con los colegas de la Ecole que llevaron después a los vínculos con la Asociación Mundial del Psicoanálisis. Estoy explicando las cosas desde la perspectiva que fue mi experiencia, para mí fue ese el recorrido.
- ¿Quiénes eran los interlocutores, en ese momento, de Germán, por fuera del psicoanálisis? Porque él siempre buscaba interlocutores.
Sí, claro, los vínculos de Germán con la cultura del lugar, que no era fácil tampoco, porque él no era conocido aquí; nada que ver con el lugar que él había tenido allá en Buenos Aires desde su época de joven novelista de éxito. Aquí alguna gente lo conocía, pero no muchos. Quien más lo podía conocer era, por ejemplo, Eugenio Trías, el filósofo Eugenio Trías, que lo apreciaba muchísimo, se apreciaban mucho mutuamente. Y, Eugenio Trías además estuvo vinculado a algunos grupos de estudio con Germán. Y Eugenio Trías siempre apreció muchísimo el trabajo de Germán. Él además estuvo como uno de los socios fundadores de la Biblioteca Freudiana de Barcelona con Oscar Masotta y siempre mantuvo un vínculo con el psicoanálisis y con Germán. Incluso antes de la muerte de Eugenio Trías pude conversar con él sobre Germán.
- Sí, incluso muchos años después, todo un número de la Revista Descartes estuvo dedicada a la filosofía española contemporánea…
Sí, exactamente. Y, luego había otros personajes de la Barcelona de esa época que siempre tuvieron un vínculo muy interesante con Germán, como Alberto Cardín por ejemplo. Otro personaje muy interesante de la literatura, de la filosofía, del pensamiento español en esa época. Hoy mismo hablaba sobre esto con Ricardo Rodrigo, que es un argentino que ha hecho un trabajo enorme como fundador y presidente de la editorial RBA, me comentaba que, en efecto, cuando Germán vino a Barcelona se encontró muchas veces con él en su casa, en varias cenas. Germán tenía vínculos con gente muy diversa aquí en Barcelona, además él escribía, seguía escribiendo también novela y se vinculaba con el mundo editorial y literario, en la medida de sus posibilidades. No de la misma forma en como él estaba vinculado en Buenos Aires, eso fue importante también para su vuelta a la Argentina, porque en algún lugar decía que Germán estaba siempre en Buenos Aires, incluso cuando estaba en Barcelona, realmente, era así. Pero bueno, por eso buscábamos librerías abiertas a cualquier hora de la noche, como si estuviéramos en la calle Corrientes, y aquí en Barcelona, pues bueno, no era tan fácil encontrarlas, pero las encontrábamos. Recuerdo una librería del drugstore Tuset, en la calle Tuset de Barcelona, a la que íbamos a parar a cualquier hora de la madrugada para ver los libros que pudiera haber en ese momento.
- Bueno, con ese hábito continuó siempre…
La última vez que me encontré con él en Buenos Aires fue hace un par de años. Me encontré, por supuesto, en un café librería. Y, por supuesto, me trajo dos libros. Siempre Germán fue de una generosidad intelectual conmigo, no sé si puedo decir “especialmente conmigo”, no lo sé, pero sé que especialmente con algunos de nosotros fue de una generosidad intelectual enorme. Y eso fue reconocido siempre por todos nosotros. Por J. -A. Miller también, porque cuando hizo su homenaje a Germán subrayó ese carácter, no solo de gran polemista, que siempre lo fue, sino de tener esa generosidad intelectual que tuvo con todos, especialmente con la gente joven. Entonces, bueno, yo estoy hablando de una época en la que debería tener entonces… ¿Qué edad? Veintitrés años. Veintidós, veintitrés años. Y, para mí, encontrarme con él fue un privilegio, sin duda alguna. Además, siempre cada noche que pasábamos en un lugar o en otro, en un bar o en la biblioteca o en una reunión, yo salía siempre con un montón de referencias bibliográficas para trabajar y eso, para mí, era un continuo despertar al trabajo. Entonces… bien, luego cuando Germán fue en el 80 y… ¿cuándo fue? en el 83… Exacto. En el 83 hubo el encuentro del Campo Freudiano en Buenos Aires y viajamos con Aníbal Leserre que en ese momento estaba en Barcelona.
- ¿Y qué rasgos de Germán cree Ud. perviven en la escuela de Barcelona? ¿Considera que aún se conserva su impronta?
En primer lugar, quedó una biblioteca. Y quedó una biblioteca en varios sentidos. En el sentido más material de la palabra “biblioteca”: de libros. Una buena parte de libros que Germán tenía aquí en Barcelona los dejó a la Biblioteca, la biblioteca en el sentido más material. Pero, también la biblioteca como proyecto, es decir, como lugar de trabajo, de lectura, de vínculo con otros discursos, eso sigue teniendo absolutamente su área en la escuela aquí en Barcelona. Creo que es la mejor biblioteca que hay de psicoanálisis en las sedes de la escuela, y tal vez, la mejor biblioteca de psicoanálisis que hay en general aquí en España. Eso es, sin duda, gracias a Germán. Gracias a Germán, y debo decir, también gracias a Rosa Calvet, a nuestra colega Rosa Calvet, que iba a comprar los libros con él para la biblioteca. Es decir, la función más material, pero a la vez también la biblioteca fue ese proyecto de vínculo del psicoanálisis con la cultura y con el lugar. Eso se lo debemos a Germán y sigue siendo un rasgo que, de una manera o la otra, cada uno de los que estuvo en contacto con Germán, conserva, según su estilo particular. En ese sentido, la marca “Germán” está absolutamente presente. El otro rasgo, que antes señalaba, fue, para varios de nosotros, el deseo de Escuela: el deseo de una Escuela de psicoanálisis orientada por la enseñanza de Lacan. Y eso también, creo que es otro rasgo que está presente, de una manera o la otra, con todas las modulaciones de la vida de cada uno, pero está presente en muchos colegas de la escuela, no sólo en Barcelona, sino en Madrid, en Galicia, en Andalucía, en Valencia. Toda la gente que tuvo contacto con Germán quedó claramente marcada por eso. Germán transmitía ese deseo ahí donde estaba y donde trabajaba.
- Salieron el año pasado, justo fueron previos al fallecimiento de Germán, dos libros importantes: uno es la recopilación de unas editoriales en la revista Babel, compiladas por Beatriz Gez, Informes para el psicoanálisis. Una salida, desde el año 88 al 91, y que dan cuenta del modo que Germán insertaba el psicoanálisis en los debates culturales del momento, son editoriales muy ingeniosas.
No he visto ese volumen. Sabía que algo así había salido…
- Y, después otro libro que es una recopilación de César Mazza de cuarenta años de entrevistas realizadas a Germán en distintos medios. Claro, ahí está, Palabras de ocasión.
Sí, sí, lo tengo muy presente, lo he estado leyendo últimamente. Me lo envió César Mazza, muy amablemente y es un volumen excelente.
- En cada entrevista y en cada editorial encuentro esa especie de provocación, como Ud. sostiene, y de prisa, una prisa de Germán por fundar, por publicar, por armar instituciones. Incluso, a pesar de estar advertido de la imposibilidad lógica y estructural de la institución, Lacan sostiene que es un lazo que se funda en la desesperanza, para Germán no había otro modo para instalar una transmisión, digamos, sortear esa imposibilidad armando grupo. Y él dice algo así como que el analista necesita del otro para no quedar aislado y para no creerse dueño de un saber absoluto y así, con otros, poner en juego la lógica del discurso del psicoanálisis. Entonces, mi pregunta es: ¿Qué recuerda usted de esa prisa? ¿O si recuerda esa prisa, en ese Germán joven?
Bueno, no te diría tan joven, pero, bueno, sí.
- Cuarenta años…
Sí, era un Germán joven. Para nosotros era un Germán mayor porque casi nos doblaba la edad a algunos, pero, en efecto, era un Germán joven. Y, en efecto, la prisa como rasgo. No es cualquier cosa. Para mí, especialmente. Porque, para mí era un rasgo de mi síntoma; la prisa. La prisa en todo. La prisa en hablar, la prisa en escribir. Y eso va muy bien a veces. Es decir, precisamente, la precipitación lógica, como Lacan enseña en un momento, requiere de esa prisa para que algo se produzca, para que algo pase al acto. Pero a la vez, eso puede producir pasajes al acto que no son después nada fáciles de sostener. Y la prisa era un rasgo de Germán. También en su forma de hablar, por cierto. Recuerdo siempre su…
- Verborragia
Exacto, su rapidez. A la vez, su rapidez en el diálogo. Era alguien que podía atrapar inmediatamente al otro en el diálogo. Atraparlo o no dejarlo entrar, también a veces, porque tenía sus condiciones. Y eso aparecía siempre muy rápido, con una lógica de la prisa que a veces abría o cerraba muchas posibilidades con Germán. Con Germán uno, yo al menos, debo decir, aprendí a manejar algo del tiempo de la palabra para no precipitarme demasiado. Y, justamente, poder entrar en esa lógica que con Germán era siempre muy productiva. Fue por la prisa también que pudimos constituir la Asociación de Psicoanálisis como consecuencia lógica de la Biblioteca freudiana de Barcelona. Fue por una prisa, por una precipitación, además, inmensa. Fue por una precipitación y por una prisa que invitamos a Eric Laurent y Jacques-Alain Miller por primera vez a Barcelona, después en las Jornadas Ornicar, que fueron una invitación a parte, diríamos. Fue por la prisa y la precipitación que muchos de nosotros interrumpimos análisis y volvimos a retomar otros. Fue por la prisa y la precipitación que compramos un montón de libros. Fue por la prisa y la precipitación que, sin tener casi ninguna experiencia, nos pusimos a hablar sobre la práctica, a hacer jornadas, a exponernos en público, etc. Es decir, que sin esa prisa y sin esa precipitación muchas cosas no se habrían producido. A la vez, también, eso tuvo efectos difíciles…
- Claro
… para cada uno. En algunos casos, más que en otros. Y también eso podía producir pasajes al acto muy diversos. Pero, prefiero señalar lo otro, el hecho de que ese rasgo de la prisa de Germán hizo posible muchas cosas, aquí en Barcelona como en otros lugares… Y sí, diría que es un rasgo que yo compartía, con mi síntoma, con Germán. Y que también tuve que curarme en el análisis de ese rasgo de la prisa y de la precipitación. “Curarme” quiere decir no dejar de tener esa prisa, sino saber utilizarla de una buena manera. Y, a veces, creo que lo consigo. Pero sí, le debo a Germán haberme confrontado muchas veces ante la imposibilidad de tratar lo real con una precipitación… Y, a la vez, de poderlo tratar usando esa prisa de una buena manera.
- Estuve leyendo lo que usted escribió como condolencias, para ponerle un nombre en la página de la ELP, me llamó la atención el recuerdo que compartía cuando comentaba que el primer gesto que tuvo Germán con usted de generosidad fue regalarle un libro de retórica, de la editorial Gredos. Ese libro, precisamente, fuesugerido por Germán para el programa del seminario que se está dando este año en el Centro Descartes, el mismo libro de retórica, el Tratado de la argumentación de Chaïm Perelman. Es decir que tenía una relación muy particular con la lectura, primero de una memoria prodigiosa y de una velocidad en la articulación, era difícil seguirlo pero, a la vez, una conservación de las referencias…
Sí, por un lado, había esa prisa, había que saberlo seguir a Germán en su elucubración, en su argumentación, en su verbo, en su discurso. A veces eso te arrastraba a una prisa. Pero, a la vez, es curioso; estamos hablando de un libro que ha permanecido como una referencia lentamente durante más de cuarenta años. Es decir, hay eso. En Germán, había a la vez una lentitud también. En la persistencia de la palabra a través del tiempo. Yo creo que era su lado borgeano, si me permite. Creo que él tenía un rasgo borgeano, tenía una fascinación… algo más que una fascinación, un interés… Y, además, su encuentro con Borges fue algo siempre para él muy importante. Pero, yo siempre captaba en Germán esa lentitud del verbo, que me parece que también existe en Borges. Y que tal vez proviene de Macedonio, no lo sé, estoy inventando ahora. Pero, para mi hay una línea que se abre, que no es el Germán, diríamos, rápido en la palabra y productivo, continuo y precipitado, sino que es el Germán del verbo lento, que yo también lo captaba a veces en la escritura, en su escritura, y que, creo que es un efecto de su relación con Borges y con Macedonio. Pero, en fin, eso es una hipótesis mía que se me acaba de ocurrir ahora mismo cuando usted me mencionaba ese libro que, en efecto, lentamente ha atravesado tantos años para seguir siendo una referencia.
- Sí, insistía en esas referencias, digamos que no se fascinaba con los discursos de época. Había como una especie de permanente vuelta.
Exacto. Ahí Germán no era precipitado. Era lento, persistente y sabía dar tiempo a que las referencias tomaran su lugar y fueran impregnando la significación de lo que uno trabajaba. Curioso eso. Hasta que no hemos hablado de eso, no me he dado cuenta de que para mí en Germán hay las dos cosas. Hay la urgencia del tiempo de la precipitación, y también a veces el pasaje al acto, y, otro tiempo, que era un tiempo que atravesaba lentamente su discurso y sus referencias, y que, para mí, se ponía en contacto con su propia historia vinculada al psicoanálisis, con Masotta, con la escuela, pero también con Borges, con Macedonio, con sus referencias y sus lecturas, con Gombrowicz. Ahí había algo que era un tiempo lento, uno podía darse todo el tiempo con Germán con eso. Esa doble cara de Germán…
- Sí. Y aparte, retornaba sobre esos programas que él iba armando, les volvía a dar una vuelta. El año pasado, digamos, el último año de su seminario, a partir de una intervención de alguien del público sobre la palabra nihil, aportó varias referencias bibliográficas sobre el nihilismo.
Que era un tema que a él le interesaba.
- Que a él le interesaba y que, bueno, los que lo veníamos siguiendo hace años ya sabíamos que había estado en otro tiempo de su enseñanza, y él se tomó muy enserio aquella interpelación, ese también era un rasgo particular, escuchar la intención en la interpelación y responder, transformando una provocación en una buena intención.
Sí… Ahí había el Germán interlocutor, que era el Germán de la conversación, que podía extenderse hasta horas y horas y horas. Sí.
- Bueno, podemos seguir hablando mucho más, pero… Le agradezco mucho Miquel el haberme recibido, fue un gusto haber conversado con Ud.
Gracias a usted por esta entrevista, que me ha hecho reescribir algunas cosas en la memoria, esa memoria que, como decía Germán, me-moría…
Barcelona, 25 de septiembre de 2019
Myriam Soae es psicoanalista, reside en Buenos Aires. Miembro de la EOL/AMP. Miembro del Centro Descartes desde el 2000 al 2019.
Miquel Bassols es psicoanalista, reside en Barcelona. Miembro ELP – ECF – AMP. Fue presidente de AMP (2014-2018). Docente de la Sección Clínica de Barcelona. Ha publicado varios artículos y los siguientes libros: La interpretación como malentendido(2001), Finales de análisis (2007), Lo real del psicoanálisis en la ciencia (2011), Lo femenino, entre centro y ausencia (2017), entre otros.
Germán García, fue psicoanalista y escritor argentino, (1944-2018). Deja como legado una vasta obra literaria –que se inicia con su novela Nanina– y psicoanalítica, además de su enseñanza. Amigo de Oscar Masotta, luego de la fundación de la Escuela Freudiana de Bs As, en 1979 se instala en Barcelona donde continúa el trabajo de Masotta. Fue AME de la EOL y AMP y Presidente de la Fundación Descartes.