En un reciente debate sobre el eterno pseudoproblema de la distinción entre "ciencias naturales" y "ciencias humanas", alguien tuvo la idea de introducir la comparación entre las diferentes ciencias con los diferentes modos de vestir. Me gustó la metáfora moda-fashion para abordar el estudio de las ciencias. Daría para un interesante tratado de epistemología: "Nuevos paradigmas en la indumentaria de las ciencias: de la moda Armani a Lady Gaga".
Habría que estudiar muy bien, en primer lugar, los patrones de la Física, cortados de manera tan impecable al estilo Galileo, "midiendo todo lo medible y haciendo medible aquello que no lo es". Pocas disciplinas pueden lucir un traje tan bien entallado, todas lo envidian como el verdadero canon del método científico que atraviesa los siglos hasta llegar al actual modelo de "El gran diseño" de Stephen Hawking. Vean la próxima moda de primavera anunciada en grandes titulares: "¡Vista la nueva Teoría M - también etiquetada como Teoría del Todo - la supersimetría más general de la gravedad!" Ante el modelo del Gran Diseño, muchos preguntan ingenuamente: ¿y quién ha sido el Diseñador? No hace falta Diseñador, responde la Física: "Cuerpos como las estrellas o los agujeros negros no pueden aparecer de la nada. Pero todo un universo sí que puede" (p. 186 de la edición que leo en catalán de "The Grand Design" de Hawking y Mlodinow). ¡Impresionante!
Permitidme, sin embargo, llamar la atención a una pintada que alguien como El Roto ha tenido la buena idea de incluir en el anuncio (El País, 7/09/2010): "Bueno, vale, el universo se creó de la nada pero... ¿Quién creó la nada?" Seguramente el científico positivista actual tildará la pintada de Metafísica, o de chiste filosófico. Y sin embargo... creo que apunta al corazón mismo del problema irresoluble que existe en el falso debate entre "ciencias naturales" / "ciencias humanas". ¿Cuál es, en efecto, el lugar de lo no medible, de lo no reproducible, incluso de lo no falsable en la propia ciencia?
De hecho, lo que más me ha llamado la atención del libro de Hawking no es tanto la cuestión divina que ha hecho correr ya tanta-tinta-tonta sino su modo de concluir, en el último párrafo: "Pero tal vez el verdadero milagro es que consideraciones lógicas abstractas conduzcan a una teoría única que predice y describe un vasto universo lleno de la sorprendente variedad que observamos". ¡Fabuloso!
Dicho de otra manera - es ya mi interpretación resumida - el verdadero problema es el Logos del lenguaje que anida en el corazón mismo del modelo de la ciencia. Sólo a partir del lenguaje es pensable esa Nada, condición lógica del Universo.
Pues bien, muchas de las llamadas "otras ciencias" se las tienen que ver directamente con ese "milagro" que forma parte de manera "natural" de su objeto.
Aquí, reconozcámoslo, los descosidos y zurcidos empiezan a mostrar lo imposible de un único patrón, ya sea el patrón Galileo-Bacon o el patrón Popper. Como en los tejanos que hoy se venden en las mejores tiendas, el diseño incluye necesariamente agujeros no medibles a priori. Y si los medimos a posteriori sólo nos revelarán la singularidad incomparable de cada modelo: cada diseño es ahora único.
No hay, por ejemplo, una realidad social reproducible y objetivable de modo independiente del observador. No hay tampoco posibilidad de reproducir experimentalmente ni de falsar la interpretación de un sueño, de un síntoma o de otra formación del inconsciente.
Interpretemos entonces esos "agujeros" como la presencia ineliminable de lo que Lacan llamó "el sujeto de la ciencia" y tomémoslo como principio lógico del Gran diseño.
Este excurso podría servir entonces como mera Introducción al "Tratado de epistemología..." que anunciábamos. Para llegar al "crudo" modelo de Lady Gaga - seguramente el psicoanálisis y su clínica tienen más que ver con él que con el uniforme Armani - habría que dar, si embargo, muchas vueltas más a los distintos patrones...