Respuestas a Aida Acitores De la Cruz, redactora de Diario Palentino
1) He estado leyendo algunos artículos de su blog y me parece muy interesante la idea de que la crisis actual no se puede explicar por estadísticas, sino por la transferencia y la confianza en el otro. ¿Es esa falta de confianza la clave de la "depresión" actual que, de algún modo, todos padecemos?
De hecho, son algunos economistas reconocidos, como Paul Krugman, los que han puesto todo el acento en la función que ha tenido, y sigue teniendo, la desconfianza recíproca en el desencadenamiento de la crisis actual. Fue en primer lugar una desconfianza entre los propios agentes económicos y bancarios que luego se extendió, como un reguero de pólvora, al conjunto de los vínculos políticos y sociales de manera global. La confianza en el otro es una variable subjetiva que no puede cuantificarse de ningún modo pero que determina, precisamente, todo cálculo colectivo, por muy objetivo que se quiera. Lo que así queda tocado, y en algunos casos "hundido" en la depresión, es la propia naturaleza del vínculo social y familiar.
2) Habla también de la tiranía de las cifras y la obsesión de todos (sobre todo nosotros, los periodistas) por tratar de explicar la realidad con números, de cuantificarla. ¿Qué impacto tiene esa falta de humanidad y esa "objetivización" en la salud mental y emocional de la gente?
El sufrimiento psíquico es imposible de cuantificar como tal, no se deja atrapar por las cifras como si fuera la fiebre o el grado de una infección en el organismo. El imperativo "mide todo lo que sea medible y haz medible aquello que no lo es", —fue el ideal de Galileo—, es muy efectivo en otros campos pero fracasa absolutamente cuando se trata de definir y de tratar el sufrimiento de una persona que está deprimida o que sufre de alucinaciones, obsesiones o fobias. Tampoco se puede medir el amor o el deseo. Intentarlo es la mejor forma de empezar a ignorarlos. Y conduce a otro sufrimiento, siempre incuantificable. Hace falta una ciencia de lo que no es ni será nunca cuantificable.
3) Supongo que las causas más "claras" de que se extiendan patologías como la ansiedad, el estrés o la depresión son la falta de seguridad y perspectivas de futuro. ¿Es así? ¿Cabe la posibilidad de que surjan tendencias peligrosas de evasión? (Quizá mayor consumo de drogas, desobediencia al poder...)
No es necesariamente así, depende de cada sujeto en particular. A veces, es en una situación de extrema gravedad, incluso de guerra o de falta de recursos vitales, cuando el sujeto encuentra nuevos recursos para hacer frente a los malos encuentros y puede sentir la extrañeza de un nuevo deseo. Y, al revés, es conocido el fenómeno de la caída en una profunda depresión cuando el sujeto ha conseguido un ideal largamente esperado. También la angustia aparece en muchas ocasiones acompañando situaciones que parecerían ser muy placenteras. La relación que cada uno mantiene con la angustia y el deseo, como ya mostró Freud, es a veces muy paradójica.
4) A un largo plazo, ¿qué peligros conlleva para la "salud social" (si me permite la expresión) el hecho de que la juventud tenga que marcharse o, si se queda, deba renunciar a sus sueños y a su desarrollo personal y profesional? Personalmente entiendo que hay una generación (en la que me incluyo) que hemos sido educada en el argumento de que "si obtienes buenas notas de niño, conseguirás cualquier meta que te propongas de mayor".
No es necesariamente así, depende de cada sujeto en particular. A veces, es en una situación de extrema gravedad, incluso de guerra o de falta de recursos vitales, cuando el sujeto encuentra nuevos recursos para hacer frente a los malos encuentros y puede sentir la extrañeza de un nuevo deseo. Y, al revés, es conocido el fenómeno de la caída en una profunda depresión cuando el sujeto ha conseguido un ideal largamente esperado. También la angustia aparece en muchas ocasiones acompañando situaciones que parecerían ser muy placenteras. La relación que cada uno mantiene con la angustia y el deseo, como ya mostró Freud, es a veces muy paradójica.
4) A un largo plazo, ¿qué peligros conlleva para la "salud social" (si me permite la expresión) el hecho de que la juventud tenga que marcharse o, si se queda, deba renunciar a sus sueños y a su desarrollo personal y profesional? Personalmente entiendo que hay una generación (en la que me incluyo) que hemos sido educada en el argumento de que "si obtienes buenas notas de niño, conseguirás cualquier meta que te propongas de mayor".
¿Cómo se propone, desde el Psicoanálisis, reconducir ese estado de ánimo tan negativo?
El argumento que evoca es, en efecto, fuente de muchas desilusiones y falsas expectativas, y de hecho es finalmente independiente de la situación social. Sobre todo, cuando es el otro quien te fija esas metas y objetivos en la vida. He escuchado a suficientes sujetos que habían alcanzado las metas programadas por otro en su vida para entender el valor irreductible de la verdadera pregunta que escondía ese argumento: "Y tú, ¿qué quieres?" En todo caso, lo que produce efectos devastadores, desde la depresión a la más feroz angustia, es retroceder ante esa pregunta y a las respuestas que cada uno debe saber darle. El psicoanálisis puede ayudar a cada sujeto a encontrar su propia respuesta, sin tener ninguna prefabricada. El psicoanalista Jacques Lacan lo indicaba con una pregunta un tanto enigmática: "Y tú, ¿quieres lo que deseas?" ¿Queremos hacernos cargo, responsabilizarnos cada uno, de lo que deseamos, a veces sin saberlo?