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03 de gener 2011

Cogito Ergo Sum

Conviene ser un poco puntilloso con la lectura de la famosa frase de Descartes, principio de buen número de malentendidos en el mundo “psi”. Y ello, empezando por la traducción: "je pense, donc je suis" (en la versión francesa). 

Habida cuenta de que tanto el latín como el francés disponen respectivamente de los términos "exsisto" y "exister", parece mejor traducir al castellano, aunque no sea lo habitual: "Pienso, luego soy" (y no "Pienso, luego existo").

¿Mera disquisición filológica? Es una traducción que, en efecto, va a contracorriente de toda una tradición "psicológica", supuestamente cartesiana, para la cual la existencia de la conciencia del Yo se funda en la certeza anclada en su "Yo pienso". Pero es precisamente lo que se trata de poner en cuestión en los espejismos de la (meta)consciencia, fundada como está en la confusión entre sujeto del pensamiento y sujeto del ser o de la existencia. No, no son lo mismo. Una simple puntuación escrita, como la que introdujo Lacan muy pronto en su enseñanza, lo pone de manifiesto al interpretar el cogito cartesiano, menos simple de lo que parece según algunas críticas (Antonio Damasio incluido), de la siguiente forma:


Yo pienso: "luego yo soy".


Los dos "yo" (el del pensamiento y el del ser) son de hecho distintos. Pienso en un lugar, puedo ser (o estar) muy bien en otro...


Vale la pena un pequeño excurso sobre el tema:
 ser (o estar) y existir no son necesariamente lo mismo. Ex-sistir: literalmente "colocar fuera", salir, nacer. Algo puede ser sin llegar a existir. Digamos para abreviar que sólo ex-siste alguien que se sabe mortal. Hasta el momento, de nuevo, ese saber parece que se transmite fundamentalmente por el lenguaje, el mismo lenguaje que hace posible que un ser esté afectado por la razón del Logos.
En efecto, nada nos asegura que los animales razonen, si entendemos por razón lo que hay que entender en buena ciencia: el Logos del lenguaje.

 Asociar imágenes y acciones con signos-palabras no es lenguaje. En el más complejo de los casos, es un código fijo como el que podían desarrollar las abejas estudiadas hace décadas por H. von Frisch. 
Las largas peroratas del loro Alex (el Avian Learning Experiment de Irene Pepperberg), o el supuesto lenguaje del bonobo Kanzi, no tienen nada que ver con la estructura de un lenguaje a la que sólo podemos suponerle un sujeto. 

Podemos enseñarle al loro Alex a repetir la frase "Cogito ergo sum" en cuarenta lenguas distintas. Nada autoriza a afirmar que la esté pensando ni "diciendo", es decir, que esté realmente hablándole a otro como sujeto.


Es el mismo problema que se están encontrando las Terapias Cognitivo-Conductuales en el "amaestramiento" (desgraciadamente, esas técnicas no son otra cosa) de niños autistas.
 Ignoran por completo la dimensión subjetiva de la experiencia que supone una respuesta irreductible a la simple reacción
 de una conducta. No, no es nada simple distinguir una "conducta aprendida", - incluso en el caso del chimpancé que suponemos que "piensa" cuando llena de agua un tubo vertical para hacer que el cacahuete flote y poder cogerlo - , del "pensamiento" de un sujeto.
Es por eso mismo que, como insistía Lacan, el cogito cartesiano no funda tampoco ninguna consciencia sino que introduce una división irreductible del sujeto en el lenguaje, división contemporánea de la ciencia moderna. La consecuencia deducida del “Yo pienso” es entonces un "Yo soy" al que hay que proveer todavía de un complemento de ser. Dicho de otra manera, la famosa consciencia sólo lo es de un objeto, con toda la ambigüedad de la frase, como cuando digo "consciencia de esta mesa". ¿De quién es la consciencia? ¿Mía o de la mesa? No hay una sin la otra. ¿Han pensado por un momento que la consciencia sola, sin objeto - la que llaman "consciencia intransitiva" - es absolutamente impensable como tal?
 Sombra ciega que dice verse en el espejo...
Para seguir con el tema, aquí va entonces la interpretación del cogito cartesiano hecha por un temprano Jacques Lacan, en 1957, versión que da al traste con todo el psicologismo actual: "Pienso donde no soy, luego soy donde no pienso”. O también: “yo no soy, allí donde yo soy el juguete de mi pensamiento; yo pienso en lo que yo soy, allí donde yo no pienso pensar.”
Bonita manera de empezar el año…