El debate entre psicoanálisis y ciencia tiene a veces curiosos episodios.
Transcribo aquí un divertido intercambio de mensajes que mantengo con un erudito contertulio, que suele mostrarse irónico y reacio a la lectura de Lacan y el psicoanálisis, en un Blog de debate sobre divulgación científica[1].
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Estimado Miquel : hace unos días me encontré en la Wiki un resumen del libro “Bestiario lacaniano” de Erminia Macola y Adone Brandalise. Al día siguiente coincidió que en una cena con unos amigos uno de ellos pidió navajas como entrante. De súbito vino a mi mente algún párrafo dedicado por Lacan a este molusco bivalvo marino, “Ensis arcuatus”.
Copio literalmente : “La representación sartriana, advierte Lacan, remite al tema freudiano del anhelado hundimiento de todo el cuerpo en el seno de la tierra madre, retorno al seno materno y fantasma de impotencia por consiguiente. Las lenguas, que salen de sus valvas [de las navajas] de modo perentorio e inane, asemejan para Lacan a las que Sartre acoge en las páginas de “La náusea”, donde vemos “tales lenguas precipitarse bruscamente desde una muralla o desde otra superficie, inscribiéndose así en la temática del rechazo de la imagen del mundo en una insondable facticidad”. El falo, pues, hipérbole del pene erecto, en realidad es significante de su falta, es juntura con lo simbólico precisamente porque la imagen de la parte que falta pasa a representar el enigma del deseo” [ ... ].
Inevitablemente, estimado Miquel, imaginé la lengua de las navajas cual penes erectos (bueno, más bien flácidos) que no invitaban, precisamente, a su degustación. Mataron mi deseo gastronómico tan vinculado con el erótico. Hay que aclarar, no obstante, que la fecundación en la especie “Ensis arcuatus” es extracorpórea : no hay penetración. ¿Conocería Lacan esta circunstancia al objeto de retirar de su “Bestiario” a la “in-significante” navaja?
Por supuesto no descubrí a mis compañerxs de mesa el motivo de mi rechazo al consumo del molusco; compensé mi frustración (¿fálica?) con unas nécoras deliciosas [su fecundación es por cópula].
PS : Confieso, sin embargo, que también degusté percebes … ¡que tienen el pene más largo en relación a su tamaño!
Saludos,
GG
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Estimado GG,
Es increíble el efecto que puede llegar a producirte la lectura de un pequeño párrafo de Lacan. ¡Imagina lo que podría ocurrirte con TODO un texto! ¿Una anorexia galopante? ¿Alternada con una feroz bulimia selectiva a los percebes? (Sin duda, la clínica de los trastornos de la alimentación le debe bastante a las imágenes del falo y a sus efectos displacenteros desplazados a la oralidad).
Pero no, veo que a pequeñas dosis la cosa funciona mucho mejor… Desestimo, pues, por el momento la lectura compartida de ese texto tan largo como intrincado que mencionaba más arriba[2]. (Todo se andará…)
¿Qué es lo que ocurrió? En realidad, no te comiste las navajas, dejaste para tu buen amigo los dudosos deleites gastro-eróticos vinculados a ese molusco bivalvo que parece condensar en un mismo ser lo masculino y lo femenino. Y optaste por las más ortodoxas nécoras (ortodoxas en cuanto al modo de fecundación que evocas). Te privaste así del goce de la degustación del plato de tu amigo. Pero te quedaste a la vez enganchado a ese pequeño párrafo de Lacan que ocupó tu mente un cierto rato de la agradable cena… para suponerle no sabemos todavía qué extraño saber sobre el sexo… La pulsión oral viró así hacia la “episteme”. A eso, estimado GG, lo llaman transferencia :-). Algún clásico, tal vez no sin razón, hablaría incluso de sublimación.
¡Sostengo que ninguna noción de “meme" [3] podría explicarnos tan extraño y paradójico fenómeno! Y que sólo un análisis de los significantes en juego – tan desligados en primera instancia del significado como fue formalizado por Lacan – podría orientarnos en él.
Por cierto, Erminia Macola, la coautora que citas, es una muy buena amiga mía, psicoanalista italiana en la maravillosa ciudad de Padova y una excelente conocedora de la literatura española. Tiene un excelente libro sobre nuestro siempre aconsejable Baltasar Gracián. Hemos compartido en un agradable restaurante padovés unos buenos tortelli de calabaza entre conferencias y seminarios. Por otra parte, en la misma colección de su libro, -Miguel Gómez editor-, está a punto de publicarse un libro de un paisano tuyo, un buen bioquímico llamado Javier Peteiro con quien tengo un muy fructífero intercambio de ideas. El libro se titula “El autoritarismo científico” y, por lo que he podido leer, promete ser muy “suculento”.
Un muy cordial saludo,
Miquel
[1] Puede seguirse en su contexto en http://blogs.publico.es/ciencias/general/1017/memes-y-memeces
[2] Se trataba del texto de Jacques Lacan de 1972, “L’étourdit”, cuya lectura y desciframiento había aconsejado unos posts más arriba.
[3] El marco del debate se daba, en efecto, entorno a la frágil noción de “meme” de R. Dawkins.
1 comentari:
Jo com a nota a peu de pàgina podria dir que el mètode científic, que té les seues arrels en l'empirisme i com en aquest, la base en la que se sustenta és la fe, un exemple és en veure un termòmetre, ens creiem el que sentim pels ulls, els graus de temperatura. Tot necessita d'un eix i per a mi l'eix era o és el Pare o figura paterna, i d'ell parteixen tots els altres axiomes, què passarà quan la ciència arribe a tocar el seu eix? els mecanismes de la fe, tindrem una altra edat mitjana? en fi jo tinc altres conclusions que no exposaré per què no és el moment ni el lloc. El que vull dir és que cal fer servir la paraula, on arribem o arribarem no podem plantejar-nos-ho, o en el camí dialèctic estarà la història.
Bé el deixe per hui, aquesta vegada, sí, disculpant-me per posar-me al mig d'una discusió entre dos amics, però com que està publicada he suposat el seu permís.
Gràcies.
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