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26 de juliol 2018

El Cartel en la Escuela: 4 + 1





















Entrevista publicada en la Revista Cuatro + Uno, publicación de carteles de la Escuela de Orientación Lacaniana.


1- Ud. ha participado activamente en las reuniones de carteles conformados por los nuevos miembros a la EOL y la AMP ; desde la Secretaría de Carteles queríamos conocer su opinión respecto al sesgo que ha tomado esta modalidad reciente de cartelizar a los que ingresan, qué efectos ha escuchado, qué reflexiones le merece esta apuesta.

Miquel Bassols — He asistido dos años sucesivos a las reuniones de los carteles integrados por los nuevos miembros de la EOL. Es una iniciativa excelente de las instancias de la EOL y es también una experiencia inédita: implicar al recién llegado a la Escuela en un trabajo siguiendo la lógica del cartel y ello tomando como tema la política de la Escuela y sus consecuencias para el psicoanálisis de orientación lacaniana. Es la mejor manera de recibir a un nuevo miembro, causar con su trabajo en el cartel una experiencia de Escuela tal como Lacan la pensó desde su creación junto a la experiencia y el dispositivo del pase. El cartel y el pase son, en efecto, las dos columnas sobre las que se asienta la experiencia de la Escuela. Así como hubo en un momento la posibilidad de entrar en la Escuela a través del dispositivo del pase, la idea de entrar en la Escuela a través del dispositivo del cartel y del trabajo que supone parece absolutamente coherente con su principio de formación.


Por otra parte, debo decir que me llamó mucho la atención, ya en la primera reunión, el alto grado de implicación y de elaboración de los miembros de estos carteles con respecto a la política de la Escuela y de la AMP, hasta el punto de que algunas intervenciones me recordaron a mí mismo, como presidente de la AMP, puntos que no tenía tan presentes. Lo que indica la importancia para las instancias de las Escuelas de estar en contacto permanente con sus miembros y, muy especialmente, con los que acaban de entrar en la Escuela. Tanto es así, que propuse a los Consejos de las otras seis Escuelas de la AMP que consideraran esta fórmula para adoptarla según la realidad de cada una de ellas. La segunda reunión de los carteles formados en la EOL siguiendo esta idea me ha confirmado el interés de esta iniciativa. Sigue una lógica que siempre me ha parecido fundamental desde la creación de cada Escuela: se entra en ella llamando desde el interior, llamando a su puerta desde una participación efectiva en un cartel. Pues bien, esa es la impresión que he tenido en las dos reuniones de carteles de nuevos miembros de la EOL: llamaban ya desde el interior haciendo honor a su calidad de miembros de la Escuela y haciéndose partícipes de su experiencia.


2.-En el marco de la Conversación que Ud. mantuvo en la EOL en diciembre del año pasado, señalaba que en la lógica del cartel tenemos ya presente una forma de política del psicoanálisis en el grupo social. En ese sentido, cual cree Ud. que sería el uso y la función del dispositivo del cartel en el momento actual de la civilización, en relación al porvenir del psicoanálisis.


Miquel Bassols — La invención que Lacan hizo del cartel como base del trabajo para los miembros y no miembros de su Escuela es algo que va sin duda mucho más allá de un dispositivo propio para el funcionamiento en un colectivo digno de llamarse así, Escuela. Creo que debemos saber extraer todavía las consecuencias políticas de esta invención, especialmente ahora, en la época impulsada por Jacques-Alain Miller a partir de su interpretación del momento actual para las Escuelas de la AMP, interpretación que lleva el nombre "Campo Freudiano, año cero". La red Zadig ha sido definida por J.-A. Miller, en el texto de mayo de 2017 que lleva este título, como "una extensión" de las Escuelas de la AMP en el campo de la opinión pública, como su modo de incidencia en el campo de la política a través de la acción lacaniana. Es en este punto donde se muestra la importancia de la idea de Freud, explicitada en su texto "Psicología de las masas y análisis del Yo", según la cual no hay distinción entre "psicología individual" y "psicología social". La segunda es también una extensión de la primera si tomamos al grupo como un solo sujeto, un sujeto transindividual. Y el cartel, con su lógica de cuatro más uno, es precisamente la célula primera de un grupo social entendido como un sujeto transindividual en el que cada uno de sus miembros cuenta como uno, con un producto del trabajo propio, pero en tanto no se identifica en ese grupo a partir de un rasgo ideal de pertenencia sino a partir de aquello que lo descompleta como grupo. Y esta función que descompleta al grupo para poner de relieve la singularidad de cada uno de sus integrantes es precisamente la función del más uno. 

Entonces, ¿cómo podría pensarse un grupo social que fuera "una extensión" de la lógica del cartel introducida por la función del más uno? No se trataría de un grupo social formado y ordenado a partir del ideal encarnado por la autoridad del jefe, de la ley o del amo sino por esta extraña autoridad que el más uno debe tener en su función constante de descompletar aquello que hace homogéneo a un grupo y que apunta a poner a cada uno de sus miembros en su lugar de sujeto, siempre singular e irrepetible. Un funcionamiento tal puede parecer, a su vez, un ideal imposible de llevar a cabo a gran escala. Pero si parece imposible es precisamente porque toca lo más real de todo grupo humano, de todo colectivo más o menos institucionalizado. En la base de esta lógica grupal está aquella definición tan temprana de Lacan que encontramos al final de su texto sobre "El tiempo lógico…" — "el colectivo no es otra cosa que el sujeto de lo individual" (Escritos, página 203, nota 7). ¿No tenemos ya ahí, en germen, la lógica del sujeto transindividual que puede orientar una acción lacanaiana en el campo de la política en su sentido más amplio? Es un tema que debemos desarrollar a partir de lo que conocemos ya de la experiencia de los carteles en nuestras Escuelas. Y las consecuencias están todavía por vislumbrar.

09 de desembre 2009

Cartel bisagra











Hace unos días escribí unas líneas sobre el pase - experiencia y dispositivo - como una bisagra de la Escuela, como un dispositivo que permite transmitir lo más íntimo y singular de la experiencia de convertirse en analista hacia el exterior que habita en la Escuela misma y hacia su exterior en el discurso social*. Pues bien, el dispositivo del cartel me parece que es la otra bisagra inventada por Jacques Lacan para que las aberturas de la Escuela sean verdaderos lugares de pasaje y no barreras de clausura. El cartel, como lugar de elaboración de un saber de cada uno de sus miembros en un trabajo que es también colectivo, es un lugar de pasaje del saber del psicoanálisis entre lo interior y lo exterior de la Escuela.

Tres experiencias distintas en carteles vienen ahora a ponerme de manifiesto esta función de bisagra del cartel de maneras diversas.

El primero fue el primer cartel como tal en el que participé, a principios de los años noventa al inicio de la experiencia de la Escuela, justo antes de su misma creación, en lo que era en ese momento una suerte de crisol donde se fusionaban grupos distintos para dar lugar a la Escuela Europea de Psicoanálisis. Era realmente la experiencia de una elaboración colectiva con un exterior que hasta ese momento era tan cercano como distante y que se hacía presente por colegas que venían de otro grupo. Algunos forman hoy parte de la ELP, otros se fueron antes de su creación. El tema del cartel giraba entorno a la identificación en distintas vertientes y fue un modo de entender que no se podía construir una Escuela con los emblemas de las identificaciones sino a partir del vacío que hace presente el ser del psicoanalista. El trabajo de aquel cartel coincidió de hecho con mi entrada como miembro en la Escuela que se constituía entonces.

Los otros dos carteles en los que participo actualmente tienen rasgos distintos en esta función de bisagra y hacen presente la extimidad de la Escuela de dos modos diversos.

Uno está integrado por dos miembros y por tres no miembros de la Escuela. Inscrito en la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, esta circunstancia hace presente en ella una exterioridad de hecho, una exterioridad que cumple una doble función de control y de transmisión que siempre debería ser propia del cartel de una forma u otra. El cartel tiene un tema que se está trabajando de modo específico para cada miembro siguiendo el hilo del Seminario XVII de Jacques Lacan, “El reverso del psicoanálisis”. El tema articula tres términos, “Discurso, capitalismo y subjetividad”, que son cada uno el reverso del otro: el sujeto y el discurso del Otro, el discurso del psicoanalista como reverso del discurso del Amo, el capitalismo como una reversión de términos de este último.

El tercero de los carteles es el cartel del pase B9 de la École de la Cause freudienne, cartel en el que cumplo la función de Más uno y que tiene la delicada función de decidir el nombramiento de los Analistas de la Escuela (AE) a partir de la retransmisión de los testimonios de los pasantes por los pasadores. Realiza así un trabajo clínico en los más fino y depurado de la experiencia analítica, allí donde el sujeto realiza el pasaje de analizante a analista y se postula a la Escuela como el que puede ser analista de su experiencia. La experiencia en este cartel del pase está suponiendo para mí una enseñanza crucial sobre cuál es la verdadera pareja-sinthoma de los analistas tomados uno por uno y para entender cuál es hoy la verdadera pareja-sinthoma de la Escuela tomada como sujeto que hace presente el discurso del psicoanálisis en la contemporaneidad.


*Contribución a la publicación virtual Cártel Express.

Pase bisagra











Un reciente debate en Barcelona sobre el pase ha planteado un punto que me ha parecido interesante aportar al Collège de la passe en la Ecole de la Cause Freudienne*. Hablábamos allí del pase como un dispositivo bisagra, en primer lugar en el testimonio del pasaje del analizante al analista, también en la puerta de entrada de la Escuela en la época en la que el dispositivo cumplía esta función, en los batientes de la ventana interior de la Escuela donde se formula la pregunta sobre qué es un analista… Pero la experiencia y el dispositivo son también una bisagra entre el interior de la experiencia analítica y de la Escuela y el exterior que viene a ser con frecuencia su propia extimidad. De hecho, podemos leer en la “Proposición” de Lacan también una apuesta para transmitir qué es un analista, - “cómo se convierte uno en analista” -, al Otro del discurso social de la manera más clara y precisa posible. Y es así precisamente como la Escuela en tanto sujeto encuentra en la experiencia del pase su propia división, una división que debe ser renovada cada vez en esta función de bisagra entre su interior y su exterior, en la tarea de testimoniar y transmitir qué es una analista a principios del siglo XXI.

Las recientes Jornadas de la ECF de este mes de Noviembre han sido, en efecto, el mejor ejemplo que se podía dar de esta función de bisagra entre lo más interior y privado y lo más exterior y público de esta experiencia singular del convertirse en analista. La Escuela ha encontrado allí lo más vivo de su propia división como sujeto ante lo que hoy es la causa analítica. Y ello en la medida en que cada uno ha hecho un gran esfuerzo minimalista, en un ideal de relámpago y de simplicidad, para reducir este testimonio a lo más esencial a fin de ser convincente para el primero que venga, uno cualquiera de la multitud de participantes de esas Jornadas.

Se plantea entonces la cuestión de lo que esta experiencia puede enseñarnos – a los pasantes, a los pasadores, a los carteles del pase, al propio Collège de la passe – sobre la política que debemos seguir en esta función del pase-bisagra cuando apunta no sólo al supuesto interior de la comunidad analítica (¡siempre hay una comunidad supuesta!) sino sobre todo a este exterior que es hoy el verdadero partenaire éxtimo del psicoanálisis.


*Contribución enviada al Collège de la passe de la Ecole de la Cause Freudienne.