09 de juliol 2023

« Hasta dónde ir demasiado lejos»



Hasta dónde ir demasiado lejos

Relatos de un análisis

Carlos Rossi

Editorial Tres Haches, 

Buenos Aires 2023

 

Prólogo 

(a modo de Intro)

 

¿Qué enseña el psicoanálisis? La pregunta puede entenderse de dos maneras. Por el lado del objeto: cuál es la enseñanza que podemos extraer de la experiencia analítica, qué saber podemos aprehender de ella. Pero también puede entenderse por el lado del sujeto: quién o qué cosa enseña, cuál es el agente de esa enseñanza. Tanto por un lado como por el otro, la respuesta no es nada simple, porque no hay un modo general de producirla, un modo estandarizado como sucede en la Universidad: un profesor cualificado y un programa de estudios bien construido. De ahí la pregunta de Jacques Lacan: lo que el psicoanálisis nos enseña, ¿cómo enseñarlo? 

Enseñar una enseñanza ya enseñada, ya aprendida siguiendo el mejor estilo universitario, puede ser una condición necesaria para el psicoanálisis, pero no es una condición suficiente. En realidad, cuando se trata del saber del psicoanálisis, el modo universitario de enseñanza no llega muy lejos y puede convertirse incluso en un obstáculo. De manera que hubo que inventar un dispositivo que fuera coherente con la propia experiencia analítica, en la que no hay un saber acumulado que pueda entregarse de modo general. Es la enseñanza más depurada posible del saber producido en un análisis y de aquello que lo ha conducido hasta su final. Tal invento no se produjo hasta Jacques Lacan, en el año 1967 y en el marco de su Escuela. Y es solo en una Escuela orientada por su enseñanza donde puede producirse cada vez. Desde entonces, los analistas de la orientación lacaniana disponemos de un laboratorio de alta precisión para la enseñanza y la transmisión de lo más singular del psicoanálisis. Se llama: el pase.

Este libro de nuestro colega Carlos Rossi es el resultado decidido de haber hecho la experiencia y la apuesta del pase, siendo nombrado Analista de la Escuela (AE) por un jurado cualificado al que llamamos «cartel del pase». Y, ya desde su precioso título, no esconde la paradoja que supone. La cosa puede ir demasiado lejos y a la vez seguir siendo motivo de la pregunta que anima la experiencia para el propio sujeto: hasta dónde ir. Que no es lo mismo que preguntarse hasta cuándo, porque el análisis ya terminó, terminó «¡Ya!». 

El lector verá qué implica esta interjección conclusiva, «¡Ya!», en la que convergen el tiempo de un análisis y el tiempo lógico que gobierna la vida del intérprete llamado Carlos Rossi. Es también el tiempo pulsional que dejaba al sujeto «expuesto al problema de la vida como exceso», a «una vivificación acelerada» que podía ser finalmente mortífera. Y había que encontrar un ritmo que escandiera ese tiempo de otra manera, con beats que marcaran otro ritmo. Siguiendo la indicación de Lacan, se trata de cómo vivir la pulsión más allá del fantasma. La cosa tiene, en efecto, su vertiente musical —el lector verá también por qué— y ese tiempo conclusivo podría escribirse, como si se tratara de un matema, con el símbolo del calderón que modula el tiempo de la interpretación de una nota o de un silencio, ya sea en un momento determinado o al final de la partitura, un tiempo que queda siempre a discreción del intérprete:

Una vida puede depender de la interpretación que se dé a este tiempo del calderón en la «lógica de las contingencias singulares del encuentro con la opacidad de lo real», para citar otro de los momentos cruciales que encontramos en este libro. Y también depende de su interpretación singular el valor de las enseñanzas que se deducen de un análisis llevado hasta su final, cuando el sujeto ya ha encontrado aquella lógica para transmitirla a los otros y hacer avanzar así al propio psicoanálisis como discurso de nuestro tiempo. 

En este sentido, hay que señalar algo que no siempre parece tan obvio: la experiencia del pase es heterogénea con respecto a la experiencia de un análisis. La primera no es una continuación de la segunda cuando se considera concluida de la buena manera, cuando ha encontrado la buena interpretación conclusiva de su calderón. 

Las enseñanzas del pase que el Analista de la Escuela (AE) debe dispensar tienen también su calderón, su momento de concluir. En las Escuelas que se reúnen en la Asociación Mundial de Psicoanálisis, este tiempo es de tres años, a veces de dos. Quedan así los textos escritos para que sus resonancias —otro término musical— sigan produciendo nuevas elaboraciones en otra experiencia que no es la propia del análisis y que llamamos, para marcar el corte, la experiencia de la Escuela. Es en esta experiencia, siempre colectiva, donde también se hace presente un sujeto que es transindividual y que es, propiamente, la razón de los testimonios del pase. De hecho, el mismo dispositivo del pase —en el que participan el pasante, los pasadores, los miembros del cartel y un secretariado del pase— tiene ya esta dimensión transindividual. Es la dimensión que llamamos, con Jacques-Alain Miller, la «Escuela sujeto» y su tiempo depende de un cálculo colectivo en el que cada uno de los miembros tiene su responsabilidad para marcar el ritmo, con sus tiempos y contratiempos.

El lector encontrará en estas páginas este tiempo y esta dimensión transindividual del sujeto que hace todavía más singular la experiencia. Cada relato, en cada capítulo, tiene así una interpretación que es a varias voces, con comentarios de diversos colegas de la Escuela. No son una interpretación de la interpretación de Carlos Rossi —no hay interpretación de la interpretación, como no hay transferencia de la transferencia— sino la necesaria puesta en acto de la dimensión transindividual del pase y de la elaboración de un saber que se pone en acto siempre de manera colectiva. Se inscribe así otro calderón que es el tiempo de la conversación permanente de las enseñanzas del pase en nuestras Escuelas. Cada conversación tiene su tiempo y tanto la escritura como la lectura de este libro está escandida por él. Podemos llamarlo, para hacer resonar el nombre de una de las publicaciones más exitosas de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL), el calderón de la Escuela. Es en estos momentos, siempre únicos, donde el pase encuentra sus instantes álgidos, donde se demuestra que, más allá de los usos que tenga en cada Escuela, el pase es un acontecimiento irrepetible, irreproducible en una comunidad orientada por la transferencia de trabajo. 

Es el pase, solo una vez, siempre imprevisto, sin otra vez posible. El lector sabrá encontrar varios de estos momentos en las páginas que siguen, por poco que sepa leer los calderones de su partitura.

Que empiece, pues, la banda, ¡ya!