24 de juny 2013

“En el psicoanálisis no hay saber en lo real”


















Es la afirmación que Jacques-Alain Miller sostuvo en su Presentación del tema del próximo IXº Congreso de la AMP sobre “Un real para el siglo XXI”[1]. Su desarrollo nos permite releer un párrafo de Lacan que parece paradójico. Se encuentra en la “Nota italiana” de 1973 y se dirige al punto de conjunción-disyunción entre psicoanálisis y ciencia:
“Hay saber en lo real. Aunque a este no sea el analista sino el científico quien tiene que alojarlo. El analista aloja otro saber, en otro lugar, pero que debe tener en cuenta el saber en lo real. El científico produce el saber, por el semblante de hacerse su sujeto. Condición necesaria pero no suficiente.”[2]
Desde cierta perspectiva, parece difícil sostener que hay un saber en lo real, un saber ya inscrito en él, un saber que le sería natural e inherente. Aunque este es, en efecto, un supuesto que encontramos en muchos desarrollos de la ciencia actual: habría un saber ya escrito en lo real biológico —en el gen o en la neurona, por ejemplo—, un saber que habría que descifrar según la máxima de Galileo: “la Naturaleza está escrita en lenguaje matemático”. Pero esta Naturaleza, escrita entonces en mayúsculas, es la naturaleza que antaño se igualaba a lo real, la misma naturaleza que la ciencia moderna ha encontrado en un desorden cada vez más manifiesto, en especial con la física del pasado siglo (cf. E. Schrödinger, por ejemplo) que se sigue en el actual. En la época de Galileo, tal como señalaba Jacques-Alain Miller, “la Naturaleza era el nombre de lo real cuando no había desorden en lo real”. Lo real sin ley al que nos acercamos en la experiencia analítica orientada por la última enseñanza de Lacan se separa así de la Naturaleza[3] gobernada por un sujeto supuesto saber, Dios para el caso o cualquier otro escritor de las leyes matemáticas que deben regir la trayectoria de los cuerpos celestes o el saber de cada célula para cumplir su función.
Veamos entonces un poco más de cerca el párrafo de Lacan.
“Hay saber en lo real”. Se trata en el texto en francés de un partitivo, siempre resistente a pasar a la lengua castellana: “Il y a du savoir dans le réel”. No se trata de que haya un saber, tal o cual saber, determinado o indeterminado, inscrito de entrada en lo real sino de que “de saber”, hay algo en lo real. Como quien dice: de agua, hay algo en el mar[4]. ¿Cuánta? No lo sabemos, hay que medirla, con metros cúbicos por ejemplo. Sólo que en esta operación, por interminable que sea, estamos haciendo dos cosas a la vez. La primera: estamos introduciendo el número y la cantidad en ese mar incontable que, como el pase, siempre debemos recomenzar. Estamos introduciendo aquello que el lenguaje, lo simbólico, vehiculiza de lo real con el número[5]. La segunda: estamos de hecho vaciando el mar de agua, al considerarlo ya como continente vaciable del agua que pretendemos contabilizar. El número, pues, vehiculiza un real y vacía a la vez a ese real de significado, lo convierte en algo tan inimaginable y sin concepto posible como un mar sin agua. Es una imagen que nos acerca a lo más irrepresentable de lo real. Ese vacío de un mar sin agua es también el sujeto del significante una vez lo concebimos como una respuesta de lo real.
Supongamos así que el agua es el saber y que el mar es lo real. El científico aloja entonces el saber del agua contable en el mar, siempre incontable, de lo real. Es un saber que no está allí desde siempre, esperando a ser leído y descifrado, sino que es un saber que el científico ha alojado en el mar para hacerlo representable, en la misma operación de su descubrimiento. Más todavía, ese saber, el científico “tiene que alojarlo” necesariamente para simbolizar lo real, aunque sea al precio, como dirá Lacan en otros lugares, de enmudecerlo. Y lo hace a través de una operación que es inversa a la de la transferencia, si entendemos por transferencia la suposición de un sujeto supuesto saber —ya sea la suposición de un saber al Otro o la suposición de un sujeto a lo real—. La operación del científico va a contrapelo de la transferencia al hacerse él mismo sujeto de ese saber que aloja en lo real. O al menos lo hace parecer, hace “semblante” de hacerse sujeto de ese saber. ¿Qué querría decir en realidad hacerse sujeto de ese saber? Querría decir en primer lugar identificarse a su significado, al Otro que determina el sentido del saber, al Otro del Otro incluso que diría ese sentido, si existiese. Lo que es pura y simplemente delirante. En realidad, ni los cuerpos celestes ni la célula tienen saber alguno de sujeto, por mucho que el científico se los atribuya —en los dos sentidos de la expresión: que el científico les atribuya ese saber de sujeto o que él mismo se atribuya ser el sujeto de ese saber—.
El analista, por su parte, aloja Otro saber, el saber del inconsciente, y en Otro lugar, el lugar del Otro que sólo existe por la transferencia. Pero Lacan no lo sitúa en una disyunción absoluta en relación a la ciencia. Su saber y su lugar deben tener en cuenta ese saber que el científico aloja en lo real, aunque éste no sea suficiente.
Entre lo necesario y lo suficiente, lo real del saber del inconsciente no cesa pues de insistir, todavía. También en la ciencia.




[1] Seguimos la versión en castellano publicada en http://www.congresamp2014.com
[2] Jacques Lacan, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires 2012, p. 328. En francés, Autres écrits, Editions du Seuil, Paris 2001, p. 308. Modificamos ligeramente la traducción allí donde nos ha parecido conveniente siguiendo nuestro comentario.
[3] “Se observará que he hablado de lo real, y no de la naturaleza” escribe Jacques Lacan en su “Introducción a la edición alemana de los Escritos”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires 2012, p. 583.
[4] Este partitivo existía en castellano antiguo: “Cogió del agua en él y a sus primas dio” (El Cantar de Mio Cid, 2800).
[5] En efecto, “el lenguaje vehicula en el número el real con el que la ciencia se elabora”. Jacques Lacan, “Introducción a la edición alemana de los Escritos”, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires 2012, p. 585.