El viejo sueño de La Mettrie con su hombre máquina del siglo XVIII parece imponerse hoy como la realización de un deseo humano, demasiado humano. Es el sueño de reducir todos los ámbitos de la vida del ser hablante a un soporte material que explique su causa y su sentido, la razón de su malestar y los modos de curarlo. Y es un sueño que se está convirtiendo ya en pesadilla para el sujeto de nuestro tiempo, porque alimenta todavía más el retorno de lo que deja de lado, el sinsentido que está en el corazón de ese sueño y de esa empresa.
Este libro de nuestro colega Hervé Castanet plantea los términos en los que se juega la batalla que el psicoanálisis mantiene en el siglo XXI con la imagen rediviva del sueño de La Mettrie, un retoño de la técnica que se ha independizado de la propia ciencia y que lleva hoy el nombre de “el hombre neuronal”. Este nombre —tal como recuerda muy bien el autor de estas páginas— le fue dado hace años precisamente por un psicoanalista, Jacques-Alain Miller, en su conversación con el neurocientífico Jean-Pierre Changeux, que lo adoptó gustoso para definir su proyecto. La paradoja es que el proyecto del hombre neuronal quiere hoy reducir al silencio el discurso del psicoanálisis, ya sea en las Universidades como en la clínica. Y en contra de las errancias de la tecnociencia de nuestro tiempo, Hervé Castanet quiere dar aquí de nuevo la palabra al psicoanálisis —el de Freud, el de Lacan— para sostener un debate en el que se juega su destino.
El debate no es aquí sobre la eficacia terapéutica de los distintos métodos —que los evaluadores ya han declarado, a falta de datos concluyentes, que se salda con un pobre empate— sino que sucede por en tero en el campo que siempre debería antecederle, el de los “conceptos contra conceptos”. La verdadera cuestión es, pues, epistemológica y, por ende, finalmente ética. Es decir, el debate es sobre la elección que el sujeto de nuestro tiempo hace en su forma de vivir y de gozar, de tratar lo más real de su ser. O bien este ser se reduce a un organismo explicado por leyes mecánicas, o bien solo se entiende en un campo del lenguaje irreducible a esas leyes. Y se aborda entonces de manera decidida un nuevo real —es lo real del psicoanálisis del siglo XXI— que surge de las leyes del lenguaje en su modo de parasitar el cuerpo del ser hablante.
Al lector le agradará entonces no encontrar en estas páginas ni una sola estadística, ni un solo argumento cuantitativo sesgado por la ideología de la evaluación. Y sí encontrar los argumentos más sólidos de una epistemología surgida de la pregunta que Jacques Lacan lanzó ya en la contratapa de sus Escritos: “¿Qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis?” Y le agradará encontrar también las referencias a Georges Canguilhem o a Gaston Bachelard, en una demostración epistemológica que va en contra de los presupuestos de la ideología que hoy se reviste con el prefijo “neuro-” para darse una apariencia científica. En este punto, Hervé Castanet constata un hecho que se va abriendo paso para algunos estudiosos de las neurociencias de hoy: “La tesis neuro sorprende por su pobreza conceptual.”
Y es que los avances tecnológicos con los que se nutre dicha tesis, ya sea con el procesamiento de datos informáticos o con los nuevos equipos de observación no invasiva del organismo humano, no van acompañados de los avances conceptuales que deberían guiar sus aplicaciones clínicas. Más bien al contrario, la fascinación ejercida por la reducción de lo mental a un mecanicismo —electroquímico o genético— oculta de manera creciente el orden de causalidad que está en juego en el ser hablante. Y oculta igualmente la razón por la que quedan inexplicados, sumidos en la bruma de los llamados “fenómenos emergentes”, dos campos fundamentales de la experiencia humana como son el lenguaje y la conciencia. Ni un solo avance se ha dado de manera consistente para explicar ninguno de los dos, el primero simplemente porque escapa a su dominio, el segundo porque se muestra como un puro fantasma. Dicho de una manera más directa: ninguna resonancia magnética dará nunca cuenta de las resonancias semánticas con las que el ser hablante se encuentra tocado, siempre de manera singular, por el significado de una palabra y por el hecho de creerse consciente, de manera transparente, de sí mismo. Sobre este punto, el neurocientífico más honesto llega siempre a decir en un momento u otro: “eso es algo que cae fuera de mi campo”.
En realidad, si uno repasa los textos más actuales sobre los aportes de las neurociencias al tratamiento de los síntomas y del sufrimiento mental, no puede concluir en ninguna causalidad mecanicista. Como máximo, en las pruebas obtenidas por medio de la tecnología de imágenes cerebrales, encontrará solo la constatación de un “correlato” entre la activación de procesos neurológicos y los pensamientos de un sujeto de la palabra irreducible a una causalidad definida por ellos.
Desde esta perspectiva, Hervé Castanet aborda, de manera tan clara como precisa, dos de los forzamientos mayores que las neurociencias hacen hoy de su tesis para intentar explicar lo que queda fuera de su campo: la epigenética y la plasticidad neuronal.
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