G. W. F. Hegel |
La bella alma, aquella figura
hegeliana que se queja del desorden que ella misma promueve, es el pan de cada
día de la política. La bella alma no es de hecho una política, es una
estrategia que suele someter la política a la inhibición del acto, tanto a
derecha como a izquierda. Hay que llamar entonces a la responsabilidad de cada
sujeto, del sujeto que es consecuencia de sus actos y no el que les atribuye siempre
buenas intenciones, para hacerlo hablar y escucharlo de manera analítica. Cuando
el político alude a sus siempre buenas intenciones hay que recordarle lo siguiente: uno sólo es
responsable en la medida de su saber hacer —afirmación de Jacques Lacan que debería
ser brújula de toda conversación política que quiera ser consecuente con sus
actos—. Es la ética de las consecuencias en contra de la ética de las intenciones.
De cada uno, según la responsabilidad que su cargo exige. A cada uno, según las
consecuencias de su acto, el de su saber hacer. Sin duda, hoy parece este un
ideal muy alto para medir con él no solo la acción del político sino la elección
política que supone también cada opinión pública, la del periodista, la de cada
ciudadano, la del llamado intelectual, ya sea el de derechas como el de
izquierdas. Y también la del psicoanalista, convocado como cualquier otro a tomar
partido… él sin partidismos. Difícil elección cuando la política es más bien la
de los partidos y no la de cada político tomado, uno por uno, como sujeto de su
acto. Los partidos, pero también los medios de comunicación, tienden
necesariamente a borrar las consecuencias del acto político singular de cada
sujeto, y ello por la propia inercia de los intereses de unos y otros.
Viene a cuento esta
introducción para comentar una posición que vengo escuchando estas semanas en
la opinión pública a propósito del “síntoma Catalunya”, posición sostenida por
algunos grupos de intelectuales y que leo hoy también en un artículo del
siempre bienvenido Jordi Évole: “Llegados a este punto, ¿es
legítimo ser crítico con la reacción del Estado y, con la
misma legitimidad, estar en desacuerdo con la convocatoria
de este referéndum? Yo creo que sí. Y les puedo asegurar
que así están unos cuantos, la mayoría callados. Van con cuidado
porque a medida que se acerca la fecha, más posicionados se les exige
estar. Y las medias tintas no valen.” (El Periódico, 18/09/2017). La “reacción
del Estado” es estos días de una clara y explícita represión de las instancias
políticas catalanas, de los medios de comunicación afines al soberanismo y al referéndum,
represión paso a paso de cualquier libertad de pensamiento que las defienda.
Reacción represora mesurada según la coyuntura pero es una represión que ha
recordado de inmediato la de los peores tiempos del franquismo y que es ya
obvio que no se detendrá ante nada si nadie le hace frente de manera decidida.
La “convocatoria del referéndum”, defendida por una amplia mayoría de la población
catalana, es en efecto decidida pero ni puede ni quiere disponer de los mismos medios
represores para defenderse.
Llegados a este punto
hay que decir: no, no es legítimo poner en pie de igualdad las dos posiciones
en una apariencia de equidistancia —bendita “equidistancia”— democrática. Como
tampoco es legítimo atribuir a la supuesta mayoría silenciosa una posición
homogénea que habría que interrogar, uno por uno, en su responsabilidad de ciudadano.
El silencio es equívoco y siempre es utilizado por el que se cree el amo de las
palabras: puede ser el silencio del temeroso pero también el del cómplice con
la represión desatada por el poder. Así, la bella alma se cree siempre amo de
su silencio antes que siervo de sus palabras… hasta que habla. Y sí, en este punto
las medias tintas no valen porque también escriben, aunque sea a medias y de
manera inhibida, la necesaria decisión del acto político.
De modo que poner en
pie de igualdad la represión más burda y la reivindicación del referéndum, por
muy en desacuerdo que se esté con la una o con la otra, o con las dos a la vez, es hoy
tan peligroso e inconsecuente como lo fue poner en pie de igualdad posiciones
políticas radicalmente heterogéneas en la política francesa este mismo año.
Recordemos la “desdemonización” de Marine Le Pen, inercia a la que se vio
llevada la opinión pública francesa y que casi permitió al Front National llevarse
por delante los fundamentos de la República francesa. Varios intelectuales
alzados a la categoría de personalidades, tanto de derechas como de izquierdas,
se vieron atrapados en esta posición de apariencia democrática al dar a Marine
Le Pen y a su posición claramente racista y xenófoba un lugar en pie de
igualdad —democracia obliga— con los
otros representantes de partidos políticos. Hubo que salir decididamente a
desenmascarar la estrategia del lobo con piel de cordero para denunciar claramente
el mayor peligro que supone el fascismo escondido en el discurso lepenista. Y
ello aunque fuera votando por la derecha, la única que podía hacerle frente de
manera viable en aquel momento.
El error de buena fe
puede ser aquí imperdonable: en España, el discurso xenófobo y racista, el
franquismo más apolillado pero igualmente vivo todavía, está agazapado marcando
la política en la propia derecha democrática. La ceguera de la bella alma puede
encontrarse alimentando así al peor de los amos dándole un lugar desde su
supuesta equidistancia entre partidos, sin atender al sujeto del político que
antepone la estrategia a su posición de sujeto responsable de su saber hacer y
que puede llevarse el gato al agua sin contemplaciones.
A la bella alma
hegeliana habrá que pedirle siempre responsabilidades por su saber hacer, por las
consecuencias de su acto, incluso cuando no las sabe o no las hace saber de
manera explícita.
Perdone que li avise, senyor Bassols, però està vostè pres per la por, mentre existís a un lloc per als tebis hi haurà pau, l'ànima bella té la força paranormal, la més potent o tan potent com la factible o yang.
ResponEliminaMentre hi haja un sol "conscient" que crega en la pau, la pau serà. Fe és la paraula, recorde l'equació de Lacan entre fe i mort. Hui, vostè i jo estem dividits, però no podem ni devem abandonar la causa de la pau, amor més que desig, tot i que els quatre registres són vàlids, però el pinso de les gallines o dels corders és el gaudi.
Sinó qui ho farà?
Vicent Adsuara i Rollan
Senyor Bassols, ja està fet el nuc de les Espanyes. Se'n recorda de l'article que li vaig passar en què feia una estructura nodal entre la Moreneta o Verge de Montserrat, la Mare, Catalunya; el Fill o Castella i el pare o Saint Homme qui feia la reconciliació, València.
ResponEliminaJa ha donat els seus resultats.
Gràcies a vostès i a tot.
Vicent Adsuara i Rollan
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