Texto de preparación para el encuentro Pipol 9: "L'inconscient et le cerveau, rien en commun"
Das Unbewusste —lo inconsciente. Freud no encontró un término mejor y Lacan lo recordaba para indicar lo que le parecía su principal inconveniente: es un término negativo, lo que implica que puede ser cualquier cosa, cualquier otra cosa que aquello que niega[1]. A todo esto, aquello que niega, lo consciente, no es un término menos pantanoso. Nadie sabe hoy muy bien qué es la consciencia. Las neurociencias siguen buscándola sin éxito en el lugar donde suponen que hay más luz para encontrarla, en las distintas zonas del cerebro, en la química de los espacios intersinápticos de sus neuronas. ¿Por qué no un poco más allá, en las redes neuronales conectadas al propio cerebro, en el sistema nervioso entérico, por ejemplo, es decir en las tripas? Las tripas parecen hoy tan importantes para las neurociencias que se han ganado ya el nombre de “segundo cerebro”, ya que fluye por ellas más dopamina que por el primero. Pensar con las tripas no parece ya una metáfora, o lo parece tanto como la idea de que pensamos con el cerebro. Es como decir: hablamos con la lengua.
Por nuestra parte, partimos del siguiente principio ético: sólo hay inconsciente en el ser hablante. El “in-“ del inconsciente debería ser leído entonces como un término topológico, es un “dentro” tan interior que se convierte en exterior, en éxtimo para el ser hablante. Y sólo desde y en el lenguaje es posible entonces el espejismo que llamamos consciencia. Se señala con frecuencia: consciencia y lenguaje son los dos “realidades emergentes” o “epifenómenos” —otros dos eufemismos en realidad— del ser hablante que las neurociencias no logran localizar en ninguna de las partes del sistema nervioso central.
Y el cerebro, ¿dónde está el cerebro? Dentro del cráneo, por supuesto. Pero ¿sólo dentro del cráneo? Cada vez más, lo más importante del cerebro parece encontrarse fuera del cerebro tomado como unidad anatómica. Los límites anatómicos tienen siempre algo arbitrario cuando se trata de definirlos a partir de las funciones. El debate sigue abierto: ¿dónde está, por ejemplo, la función de la visión, en el ojo o en el cerebro? La tecno-ciencia actual no hace más que poner todavía más en cuestión esta unidad del cerebro al injertarle extensiones que serán cada vez más indistinguibles de su propia naturaleza. De ahí la interesante idea del “exocerebro” promovida por el antropólogo mexicano Roger Bartra[2].
Resulta entonces interesante hacer el listado de todo aquello que la ciencia no encuentra en el cerebro “interior”: la consciencia, el lenguaje, los quale, la imagen del mundo, la causa del deseo… Y la lista se va ampliando cada día, hasta el punto de fundar la hipótesis: el cerebro debe estar más vacío que otra cosa. No hay nada en él de lo que buscamos. O mejor, hay una nada incrustada en su materia, una nada incrustada gracias al lenguaje, esa araña que está agarrada a su superficie según Lacan.
Así, nuestro tema para Pipol 9 es bien real: inconsciente y cerebro no comparten nada. O mejor, comparten sólo esa nada que el lenguaje introduce en el cuerpo al borrar la marca, la huella, de lo real imposible de representar. Es esa nada la que debemos investigar.
Estimado Miquel Bassols:
ResponEliminaEl Cuerpo a Cuerpo del Acto analítico:
Le escribo estas líneas que me quedaron en el tintero con el interesante debate de la última mesa de las Jornadas “¿Quieres lo que deseas?", ponencia de Yves Vanderveken sobre el inconsciente y el cerebro y su comentario. Además he leído en su blog el texto In-consciente y ex-cerebro que me ha encantado.
La deriva de la conversación que se abrió a la sala se dirigió hacia la prematuración del neuroeje en la cría humana, detallada por Lacan en el Estadio del Espejo y de la imposible localización de la conciencia en el cerebro. Siguió con la propuesta, recogida en el texto de su blog: la conciencia como epifenómeno y el lenguaje a modo de araña exterior también retomado de Lacan. Recuperando una mención del Seminario XX de Lacan, se añadía que una máquina no puede saber, porque para saber es necesario la participación de un goce.
Es este el hilo que me gustaría comentar.
Pienso que el Cerebro sí piensa y además sabe en oposición a una máquina. Si asumimos que el Cerebro es el Cuerpo y recuperando la última enseñanza de Lacan que el Otro es el Cuerpo, podríamos decir que ese Otro que es Cuerpo sabe, que es el tesoro de los significantes. No solamente de los significantes sino también de las primeras marcas de goce. Los fenómenos y los acontecimientos del Cuerpo dan prueba de esto. Serán la resonancias de las primeras marcas de goce la que se alojen en ese Cuerpo, también en el Cerebro, así como en el Estómago y en otras partes…
Como lo demuestran los testimonios de los AE, los nuevos anudamientos producen un aligeramiento en el Cuerpo, que seguramente también en el Cerebro. Es entonces este Cuerpo como Otro y como lugar de los significantes, pero también de las letras de goce de lo que estamos hablando. Las luchas sean obsesivas o persecutorias, finalmente se juegan en el campo de batalla del Cuerpo, por muy mentales que sean. La angustia que produce la ideación paranóica por muy mental que sea se goza en el Cuerpo, en la Carne, este será el campo de batalla donde se libren estas guerras.
Entonces sí hay un saber en el Cerebro en tanto Cuerpo, la cuestión sería que esto no se explica con la teoría del neurotransmisor, esta podría ser un efecto de la guerra librada sobre la Carne. ¿Entonces cómo cernir eso que se libra en el Cuerpo y que se ha inscrito como goce, como resonancia en la Carne? La palabra es el método princeps del psicoanálisis pero eminentemente simbólica, ¿Cómo puede conmover el nudo de real, el goce que ha tocado la Carne? Ahí se desarrolará el acto analítico que además de la palabra usa el Cuerpo del psiconalista, envite que recupera el campo de batalla original. El Cuerpo a Cuerpo, donde algo de la resonancia inscrita en la carne podrá ser conmovida.
Como una vez me recordaste hace años en un twit: La resonancia de las marcas de goce no puede ser atrapada por la Resonancia Magnética, y que sin embargo la Resonancia Semántica tenía ahí mucho que decir. Añadiría a esto que el acto del Analista con su Cuerpo podría tocar esa rosanancia que la semántica no alcanza.
Kepa Torrealdai Txertudi
Médico de Atención Primaria, Analista practicante
Antena Clínica de Bilbao, Seminario del Campo Freudiano de Bilbao
Escuela Lacaniana del País Vasco
Estimado Kepa Torrealdai,
ResponEliminaGracias de versas por su atenta lectura y su comentario. Va aquí un intento de respuesta. Si usted está de acuerdo, me parecería my bien que lo incluyera en el Blog “In-consciente y ex-cerebro”. Yo incluiría también entonces este comentario.
Un cordial saludo,
Miquel Bassols
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Gracias por su lectura y sus interesantes observaciones.
El Otro es el cuerpo, en efecto, pero ¿qué cuerpo? El cuerpo del que habla Lacan no es el organismo (parcialización de la res extensa en la anatomía de los órganos) sino el cuerpo del ser hablante. Y no es nada seguro que el cerebro, tal como lo aisló la anatomía y tal como lo estudia la neurociencia actual, sea una entidad que forme parte como tal del cuerpo hablante. En realidad, es por ello que las propias neurociencias, desde Ramón y Cajal, han tenido que extender ese cerebro y el propio sistema nervioso más allá de su localización orgánica. (Ver al respecto el interesante estudio de Roger Bartra, “Antropología del cerebro”). No estamos hablando del cuerpo de los ángeles ni de ningún alma trascedental, sino del cuerpo tal como el ser hablante hace su experiencia: la de tener un cuerpo sin serlo.
El debate me parece enormemente fecundo e interesante.
Por otro lado, la hipótesis de que el significante estaría inscrito de algún modo en el cerebro —es la hipótesis que sostenía nuestro colega suizo François Ansermet hace unos años y que después ha ido modificando— supondría que, en efecto, el cuerpo sería el lugar de un pensamiento y de un saber a la vez. La última enseñanza de Lacan parte de un axioma que plantea una objeción de principio a esta hipótesis y que deberíamos seguir estudiando con las observaciones de Jacques-Alain Miller (por ejemplo en su curso de 2008): “Ahí donde (Ello) habla, (Ello) goza, y (Ello) no sabe nada.”
Con respecto a su referencia a los testimonios de AE y lo que indica sobre el acto analítico “Cuerpo a Cuerpo”, se me planteó la pregunta: ¿qué distingue finalmente este “cuerpo a cuerpo” de la “two body psychology” de Michael Balint criticada por Lacan en los años ciencuenta?
El psicoanálisis no tiene otro instrumento que la palabra para resonar en el cuerpo. No tenemos otro medio que el de las “reonancias semánticas” para ello, si entendemos que el goce —la “jouissance”— es también el goce del sentido —“joui-sens”. Incluso cuando el analista hace un gesto funciona todo él como un discurso.
En fin, son algunas ideas que su interesante comentario me ha sugerido y que convendría desarrollar hacia nuestro próximo encuentro Pipol 9 en Bruselas.
Muchísimas gracias por su respuesta Miquel. Por supuesto que puede incluir el comentario en el blog, sería genial.
ResponEliminaMe ha encantado la respuesta y estoy de acuerdo que el analista con su Cuerpo actúa como un discurso.
Un fuerte abrazo
Kepa Torrealdai
Querido Miquel, te agradezco mucho este texto claro y directo de introducción al trabajo que nos convoca ya para PIPOL 9. Agradezco también la oportunidad que tu blog ofrece para comentar, en la línea ya inaugurada por Kepa, gracias también a él, estas cuestiones que ocuparon una de las sesiones más interesantes de las ultimísimas jornadas de la ELP.
ResponEliminaLa referencia al evocador trabajo de Bartra introduce también un descentraniento que considero necesario cuando confrontamos psicoanálisis y neurociencias. Es evidente la potencia discursiva hegemónica de las neurociencias anatomomico-forenses pero es innegable también que el debate sobre cuerpo y mente sigue abierto con multitud de implicaciones. Desde las ciencias conjeturales se alimentan espacios de resistencia que subvierten el reduccionismo ideologocio de asimilar lo corporal y lo orgánico. Me atrevería a llamar a este tipo de aproximaciones "poscoloniales", pues denuncian una lectura apropiacionista y monocultural del cuerpo y la subjetividad, proponiendo aproximaciones descentralizadoras, tan estimulantes como la idea del exocerebro. La propuesta de Bartra se centra en el complejo anudamiento de los circuitos neuronales y los circuitos cultuales "externos", y retoma una metáfora que McGinn malogra, como otros autores avezados, al asimilar conciencia e interioridad. Bartra denuncia la alergia generalizada de los neurocientíficos a la conversación con las ciencias sociales críticas, intensificada por la entrega acritica de la psicología contemporánea a la retórica neuronal. Bartra no deja deja, sin embargo, el camino expedito. Hay indicaciones del rumbo pero el campo está poco practicable todavía.
Aquí puede interesar retomar también trabajos previos en la década de 1990, de autores psicosociales como M. Billig e Ian Parker, que pretenden una actualización del concepto de inconsciente, con mayor o menor influencia de la enseñanza lacaniana, desde una perspectiva discursiva y éxtima a la dicotomía exterior-interior.
Considero que en el próximo PIPOL 9 sería muy relevante orientar algunos de los espacios de discusión desde esta vertiente para presentar también las fisuras, tan propicias para la aproximación analítica, de un bloque de opinión y construcción de la realidad que se supone férreo.
Estimado Manuel,
ResponEliminaGracias a ti por estimular este debate con tus acertadas observaciones.
Sí, en el problema cuerpo-mente, el clásico “mind-body problem”, aparece cada vez más abierta la línea “no localizacionista” —por llamarla así, como hizo ya Eric Laurent—, menos reduccionista y con la que hay más posibilidades de conversación. Estoy de acuerdo en que las ideas Bartra, desde la antropología, abren un camino en esa línea pero lo dejan en cierto impasse.
Investigaré los trabajos que evocas de los años 90’ que no conozco. Por mi parte, me han interesado, por ejemplo, los fecundos impasses de G. Edelman y G. Tononi: al final de cada argumentación no pueden no introducir la dimensión del Otro del lenguaje como irreductible al “hardware” neuronal.
En esta perspectiva, hay una observación de Lacan que me parece central para salir del falso problema cuerpo-mente y seguir el debate desde otra perspectiva. Se encuentra en Jacques Lacan (1967) “Mi enseñanza”, Paidós, p. 45: “No es entre lo físico y lo psíquico por donde debería hacerse el corte, sino entre lo psíquico y lo lógico”.
Me parece necesario investigar bien este descentramiento, absolutamente radical.
Buen recordatorio de esas palabras de Lacan, con mención explícita al corte, entre lo psíquico y lo lógico. Muy interesante señalar que los intentos conciliadores no localizacionistas tienen también como obstáculo sus propios impasses. Es interesante alumbrarlos a la luz de las referencias lacanianas.
ResponEliminaMuchas gracias
Muy estimado Miquel,
ResponEliminaSiempre resulta un placer leer tus textos. En la última entrada de tu excelente blog dices que “inconsciente y cerebro no comparten nada”. Es una expresión que incita a pararse y reflexionar.
Es obvio que, sin cerebro, no pensamos ni sentimos; es menos seguro afirmar que tampoco seamos, a la luz de extraños casos que resurgen de un coma que se pensaba irreversible. Pero no es eso de lo que se trata, supongo.
Las neurociencias son extraordinariamente interesantes porque van dando cuenta, más lentamente de lo que desearíamos, de todos los procesos celulares y moleculares que se relacionan con lo que hacemos y decimos; también con lo que sufrimos. Es precisamente en este aspecto que considero su relevancia, en la esperanza de que surjan nuevos medicamentos que palíen el sufrimiento psíquico.
Pero ese interés científico parece tener un límite esencial consistente en no poder ir más allá de lo taxonómico. A la luz de las neurociencias podremos saber más de lo que nos une como humanos que de lo que nos diferencia singularmente. Podemos establecer una nosología mejor pero no dar cuenta de lo que realmente nos singulariza a cada uno. Conocer cada una de nuestras neuronas y su dinámica temporal no nos diría.
Estamos ante dos enfoques claramente distintos, el neurobiológico y el psicoanalítico, que no tienen por qué traducirse entre sí. Ambos son necesarios, pero no cabe la reducción de la palabra al enfoque biológico y por eso, desde mi punto de vista, tu afirmación es tan radical como adecuada y sensata. Se trata de avanzar en ambas formas de aproximación a la comprensión del misterio, no de comparar lo que no es comparable.
La tentación permanece a la hora de confundir correlato con causalidad y también cuando la causalidad necesaria se considera, sin base, también suficiente, algo muy corriente en el ámbito de la Biología.
Un abrazo,
Javier Peteiro
Estimado Javier,
ResponEliminaEs como siempre un gusto contar con tu atenta lectura y tus observaciones.
Sí, es obvio que “sin cerebro, no pensamos ni sentimos”. Pero es algo menos obvio que, de hecho, no basta CON el cerebro para ello. Lacan podía afirmar, en una aparente “boutade”, que a veces pensamos CON los pies. No hay lugar físico donde localizar el pensamiento, menos todavía el saber que, como se suele decir, no ocupa lugar.
Estoy muy de acuerdo con lo que señalas sonre la confusión entre correlato y causalidad. Lacan también empezó por ahí.
El problema que yo quería situar es esa “nada” que, siguiendo el tema propuesto para Pipol 9, habría en común entre el cerebro y el inconsciente. Mi idea es que el lenguaje no tiene una inscripción en el hardware del cerebro —como se pretende a veces— sino que intercepta, borra, desnaturaliza ese “hardware” de un modo extensible al conjunto del organismo. Es decir, introduce una “nada” en el organismo que hace posible la fución del cuerpo y del propio vínculo social.
Lacan se planteaba una pregunta muy interesante al respecto: ¿por qué en algunos llamados “débiles mentales” —fuera de discurso y de vínculo social— aparece esa sorprendente capacidad de calcular como máquinas, o de guardar en su memoria, accesible en cualquier momento, los miles de datos de un listín telefónico (¡cuando había listines telefónicos!)?
Todo parece indicar que Funes el Memorioso no está tocado por la “nada” que supone la represión del inconsciente estructurado como un lenguaje.
Seguimos...
Otro abrazo,
Miquel
Apreciado Miquel,
ResponEliminaAgradezco mucho este comentario porque me aclara más esa "nada", que no toca a Funes ni a los "savants".
Dices que la "boutade" de Lacan es aparente y coincido contigo porque pensamos CON los pies, con las manos, con todo el cuerpo, algo que parece descartar el delirio transhumanista cuando nos pretende como mero software.
Creo que coincidimos básicamente en que no basta así CON el cerebro, que sería causa necesaria pero no suficiente para integrar lo que "piensa" todo un cuerpo. Te referías en tu post a "pensar con las tripas". Coincido en que no es tan metafórico como pudiera suponerse. Si utilizamos "pensar" en sentido amplio, el aparato gastrointestinal dice mucho de lo que pensamos y sentimos. No sorprende que haya tantos pacientes "funcionales" aquejados del llamado colon irritable. Todo nuestro cuerpo se mueve, conmueve y piensa.
Creo que hay una resistencia bastante generalizada a asumir la presencia y el valor (no sólo negativo) de lo que nos es inconsciente. Hasta Russell decía que, tras pensar intensamente en un problema, dejaba "trabajar" al inconsciente y, al cabo de un tiempo, el problema aparecía resuelto como por arte de magia. Sería uno modo de resaltar esa "nada".
Estoy convencido de que vuestro encuentro sobre el inconsciente y el cerebro será muy importante para imprimir sensatez frente a tanta obsesión por localizar lo que no tiene lugar.
Un abrazo,
Javier