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26 de juliol 2011

Blue Brain Project y singamia programada

Sigo muy de tanto en tanto las noticias del llamado Blue Brain Project de Henry Markram en el que participa el Instituto Cajal español con una suma nada despreciable de dinero. Se trata del proyecto de simulación (no replicación ni clonación) de un cerebro humano en un "cerebro virtual" localizado en el superordenador BlueGene/L. El proyecto, con un presupuesto descomunal, está recibiendo serias críticas que pueden resumirse en la frase siguiente: haremos mejores robots, pero no humanos virtuales.

Parece que la replicación exacta de un cerebro no será nunca posible con "material no biológico". El Bios (la vida) sigue siendo parte fundamental del engima. Pero hay además otros problemas de fundamento:


1) Las funciones del cerebro y del sistema nervioso central no pueden aislarse del conjunto del organismo ni, sobre todo, de lo que es la unidad corporal como una experiencia irreductible a la suma de sus partes. El best-seller Antonio Damasio repite este problema sin cesar. Aquí hay mucho que decir, especialmente a partir del famoso Estadio del espejo de Jacques Lacan. Una replicación exacta, pero también una simulación verosímil, debería tener en cuenta este problema y plantearse la replicación o simulación de todo el cuerpo humano en su conjunto. Menuda tarea...


2) No hay un cerebro igual a otro. Incluso en una misma persona, un estado cerebral no es nunca igual a otro anterior. Nuestro colega François Ansermet, junto a Pierre Magistretti, —autores de A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente (Katz editores,  2006)— sostienen que la plasticidad neuronal es un factor determinante en la continua modificación del sistema nervioso central. Y el lenguaje es una vía principal en esta modificación continua. Dicho de otra manera: cada vez que escuchas o lees un significante, tu cerebro cambia por una causa que no es estrictamente biológica. Menudo problema...


3) Una replicación exacta equivaldría entonces a una clonación, y una clonación a la creación de un organismo tan singular e irrepetible como lo es cada uno de nosotros. En este punto, no tengo dudas de que la diferencia entre la llamada Inteligencia Artificial (IA) y la llamada Inteligencia Natural (IN) deja de tener sentido.


4) De hecho, se está experimentando desde hace un tiempo, y con cierto éxito, una forma de autorreplicación como la que están investigando algunos científicos actuales. Se trata de la denominada "singamia programada", (o "programación singámica" según autores más proclives a la cibernética), en la que dos gametos se fusionan para producir una combinación de genes de dos individuos para la generación de un tercero. Es condición que los dos primeros individuos sean de sexos diferentes. Alguna de las diversas formas que se practican de esta autorreplicación parece a todas luces placentera, y de hecho viene funcionando en el reino animal desde hace muchos siglos con bastante normalidad y efectividad. Pero en los seres humanos, a pesar del imperativo bíblico "creced y multiplicaos", ha encontrado serios problemas, especialmente desde el momento en que estos seres fueron afectados por ese otro gran enigma que es el lenguaje. Hablan y hablan y no paran de complicarse la vida... 
A partir de ahí, nada es como parecía escrito y tan bien previsto en la "programación singámica" del reino animal. El placer en cuestión se ha visto transformado en un goce fijado a veces en objetos absolutamente anodinos (un liguero, un zapato...); por otra parte, la intervención de dos sexos diferentes no parece ya necesaria; hay también individuos que se rehusan de plano a esa forma de replicación y encuentran otras formas más placenteras; para terminar de arreglarlo, hay empresas que han patentado secuencias de ADN para intervenir en la autorreplicación con fuertes intereses económicos... 


5) Dicho de otra manera: en el ser humano, no hay ya programa natural para su autorreplicación. Alguien a quien suelo leer con fruición, Jacques Lacan, resumió todo este jaleo en un enigmático axioma que está dando y seguirá dando mucho que hablar: "No hay relación sexual".


13 de juliol 2011

"Tu cuerpo es tuyo"

Es la consigna que a principios de siglo pasado, momento también de la aparición del psicoanálisis, difundió con éxito el pensamiento liberal*. Se trataba de defender el derecho del ser humano a disponer del propio cuerpo sin las trabas de la esclavitud, de la religión o de otras formas de represión social. La frase produjo gran escándalo en su momento y Jacques Lacan la cita[1] para mostrar las paradojas del lugar del cuerpo en el discurso psicoanalítico. 

Lo que la experiencia del psicoanálisis demuestra es que el cuerpo del niño empieza por ser un objeto (transicional) para la madre y que solo podrá ser subjetivado en la medida que a ese cuerpo le es sustraído otro objeto, condensador de goce, — el famoso objeto a—, es decir en la medida que la castración simbólica se haga efectiva para el sujeto.

Las paradojas que Lacan señala empiezan con el problema que plantea “el derecho a nacer”, derecho de un sujeto que todavía no existe a un cuerpo que todavía no le pertenece. El cuerpo no es el organismo y solo se llega a tener ese cuerpo, a identificarse también con él, sin llegar a serlo nunca, ya que el ser del sujeto está siempre en Otra parte. 
Pero además, señala Lacan, “la cuestión está en saber si, por el hecho de la ignorancia en la cual es mantenido ese cuerpo por el sujeto de la ciencia, habrá derecho luego a, ese cuerpo, hacerlo pedazos para el intercambio”. 

En efecto, la ciencia de nuestro tiempo, que ya ha patentado secuencias de nuestro ADN y que permite separar e injertar órganos artificiales de la unidad corporal, ignora esta dimensión del cuerpo que el psicoanálisis descubrió con Freud y que podemos resumir así para interpretar como conviene la frase en cuestión: “Tu cuerpo es tu Yo”.


*Texto de preparación para las próximas Jornadas de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, Zaragoza, Noviembre de 2011.

[1] Lacan, J. (1968), “Discurso de clausura de las Jornadas sobre las psicosis en el niño”, El Analiticón nº 3,  Correo / Paradiso, Barcelona 1987.